NUNCA SE OLVIDA A UNA BUENA MAESTRA

En enero pasado cumplió 81 años. Nació en A Graixa, O Pinto (Esgos). Toda su vida dedicada a la enseñanza. Maestra nacional, como se titulaba antiguamente a los profesores de EGB, hizo sus estudios en el Instituto de O Posío y fin de carrera en Santiago, como es estilaba, siempre con buenísimas calificaciones. Era la mayor y el ejemplo para sus hermanos.
Su primer destino, con 20 años, como maestra en Pusmazan (Carballeda de Valdeorras), un lugar inhóspito en aquellos tiempos, sin carreteras ni luz. Allí se casó y nació su primer hijo. Por derecho de consorcio, pues su marido era guardia civil, recorrió como maestra lugares como Pedrafita do Cebreiro, Quiroga, Tudela, Matalascañas y, por último, Aljaraque (Huelva), donde dejó de ejercer la docencia para dedicar más tiempo a su marido enfermo.

Tuvo siete hijos, casi todos universitarios hoy, nacidos en los diferentes lugares por donde pasó. No tuvo una vida fácil, pero su espíritu luchador para atender a su familia y a sus alumnos sirvió para animar a los padres para que siguieran estudiando a sus hijos. En fin, una vida dedicada a los demás. Una profesora, una maestra apreciada por sus alumnos, pero, sobre todo, por los padres de ellos, por los valores que siempre ha inculcado a los niños y niñas que han pasado por sus clases.

Esa es mi hermana mayor, Manuela González Fernández, que a pesar de los años acaba de recibir un homenaje del pueblo de Corrales (Huelva) y con anterioridad del pueblo de Aljaraque, con asistencia del alcalde y pueblo entero.

Es de agradecidos comentar la vida de los ourensanos y ourensanas que imparten docencia por España, y que de otra manera pasarían desapercibidos para sus ciudadanos.

NUNCA SE OLVIDA A UNA BUENA MAESTRA.

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