Érase un país donde las vacas estaban gordas y hermosas. Pero un ganadero con mucho talante comenzó a ordeñarlas hasta la extenuación. Así durante siete años y, claro, las vacas se quedaron tan flacas que sólo tenían los huesos y la piel.
Luego llegó otro ganadero que tuvo que tomar medidas drásticas para que no se murieran y ordeñarlas menos.
Tal vez este país tenga que atravesar otros siete años de vacas flacas. Depende del esfuerzo y del talento de todos para arrimar el hombro. Es una simpleza imprudente lo que hacen aquellos que se indignan porque se han acabado las vacas gordas: protestar contra el nuevo responsable que bastante trabajo tiene con evitar la ruina.
Tal vez este país tenga que atravesar otros siete años de vacas flacas. Depende del esfuerzo y del talento de todos para arrimar el hombro. Es una simpleza imprudente lo que hacen aquellos que se indignan porque se han acabado las vacas gordas: protestar contra el nuevo responsable que bastante trabajo tiene con evitar la ruina.