Quienes me conocen y saben mi manera de pensar se extrañan de que yo haya asistido a una manifestación en pro del soterramiento del AVE. Lo he hecho muy pocas veces a pesar de haber residido gran parte de mi vida en una ciudad donde al día no había una, sino tres.
Pero dejemos lo paradójico. El caso es que la futura-próxima estación del AVE preocupa cada vez a más gente, y es más marcada aún esa preocupación en los habitantes del barrio de A Ponte, que son los que directamente van a sufrir las consecuencias. Asistí a esta pacífica Andaina Comunitaria Pontina, porque era necesario unir voces y presencia en contra de la peor solución tomada por los políticos responsables del proyecto para implantar el AVE en Ourense.
Había distintas soluciones para resolver con calidad el proyecto y se ha optado por la peor. Desde el punto de vista puramente técnico (que es lo que podría ser más valorable) no ofrece mejoras perspectivas sobre la soterrada, que no sea la comodidad constructiva; tal vez ligeramente más económica, porque las pendientes de vía por la entrada de Santiago son salvables, ellos lo saben, y con respecto a la entrada sur-este, no habiendo aún movido una palada de tierra, es posible dibujar con 'xeito' una solución aceptable para el entorno futuro, aunque supusiera tener que estructurar la rodadura de trenes para cruzar el río, tres o cuatro metros más baja en cota, que sería el otro precepto, perfectamente salvable. Me decanto por la solución soterrada.
La de Córdoba fue la primera de tal estilo de la línea Madrid-Sevilla. Me tocó un poco vivir su ejecución. Después se proyectaron otras, Almería, Durango, Granada, San Fernando... por algo será. Y ¿por qué Ourense no? Suponiendo alguna razón para decir que no, hay otras muchas para decir que sí. Por tanto, no me interesa saber más que las consecuencias futuras de este proyecto: un muro de las lamentaciones de ocho metros de altura a lo largo de la Avenida de Marín para empezar, aprovechable, eso sí, para los grafiteros; demolición del edificio actual de la estación y otros etcéteras. Aparte de montar un bodrio para 'saltar' sobre la plataforma de raíles con un vial-puente innecesario desde la rúa Jesús Pousa hasta Río Arnoia. Y todo esto lo disfrazan con grandes cifras maquilladoras '800 nuevas viviendas, 20.000 metros cuadrados de superficie para uso comercial, 12.000 metros cuadrados para hoteles', etcétera.
Había distintas soluciones para resolver con calidad el proyecto y se ha optado por la peor. Desde el punto de vista puramente técnico (que es lo que podría ser más valorable) no ofrece mejoras perspectivas sobre la soterrada, que no sea la comodidad constructiva; tal vez ligeramente más económica, porque las pendientes de vía por la entrada de Santiago son salvables, ellos lo saben, y con respecto a la entrada sur-este, no habiendo aún movido una palada de tierra, es posible dibujar con 'xeito' una solución aceptable para el entorno futuro, aunque supusiera tener que estructurar la rodadura de trenes para cruzar el río, tres o cuatro metros más baja en cota, que sería el otro precepto, perfectamente salvable. Me decanto por la solución soterrada.
La de Córdoba fue la primera de tal estilo de la línea Madrid-Sevilla. Me tocó un poco vivir su ejecución. Después se proyectaron otras, Almería, Durango, Granada, San Fernando... por algo será. Y ¿por qué Ourense no? Suponiendo alguna razón para decir que no, hay otras muchas para decir que sí. Por tanto, no me interesa saber más que las consecuencias futuras de este proyecto: un muro de las lamentaciones de ocho metros de altura a lo largo de la Avenida de Marín para empezar, aprovechable, eso sí, para los grafiteros; demolición del edificio actual de la estación y otros etcéteras. Aparte de montar un bodrio para 'saltar' sobre la plataforma de raíles con un vial-puente innecesario desde la rúa Jesús Pousa hasta Río Arnoia. Y todo esto lo disfrazan con grandes cifras maquilladoras '800 nuevas viviendas, 20.000 metros cuadrados de superficie para uso comercial, 12.000 metros cuadrados para hoteles', etcétera.
