n n nCuando Antonio Mazaira Álvarez cumplía 18 años (1960), tuvo que afrontar la dura prueba que le tenía reservado su destino. Las secuelas de una grave enfermedad le descartaba para las grandes esperanzas que en él habían depositado, sus padres, don Jesús 'el Patrón' y doña Carmen. Eran dueños de una importante empresa de alimentación en A Ponte y Toño iniciaba sus estudios de Ciencias Económicas en Madrid.
Tuvo que volver a casa y, día tras día, peleaba contra la adversidad de la vida ante sus padres. Quería que se le notara lo menos posible y, tremendamente inquieto, mantuvo su juventud en una vida lo más activa posible, siempre cerca de toda actividad cultural.
En casa tenía las primeras ayudas. Pero en la calle, entre sus amigos, recibía constantes muestras de apoyo para mantenerle siempre activo. Participaba en todo lo que estaba a su alcance. Superaba sus problemas, que se notaran lo menos posible sus limitaciones. Pero siempre, con el denominador común de su cariño, su entusiasmo por todo lo que sonaba a pontino.
Así fue transcurriendo la vida hasta, por la muerte de sus padres, llegar a refugiarse en una residencia. Pero, aunque no estuviera en A Ponte, desde donde fuera, Toño Mazaira aparecía en su 'Puente'. Aunque ya al final apenas se le veía más que cuando tenía que acudir a depositar su voto en las distintas elecciones. No faltaba a ninguna.
Así le fuimos viendo cada día menos. Hasta que llegó el momento de despedirse de este mundo y, como estaba previsto, ayer, los pontinos, sus amigos a los que llegó la noticia de su muerte estuvieron a su lado en su Parroquia de las Caldas en el funeral que a media mañana oficiaba Moncho, otro de los nuestros. Muchos pontinos y, por supuesto, lo que queda de aquella larga, tenaz y laboriosa familia Mazaira Álvarez.
En casa tenía las primeras ayudas. Pero en la calle, entre sus amigos, recibía constantes muestras de apoyo para mantenerle siempre activo. Participaba en todo lo que estaba a su alcance. Superaba sus problemas, que se notaran lo menos posible sus limitaciones. Pero siempre, con el denominador común de su cariño, su entusiasmo por todo lo que sonaba a pontino.
Así fue transcurriendo la vida hasta, por la muerte de sus padres, llegar a refugiarse en una residencia. Pero, aunque no estuviera en A Ponte, desde donde fuera, Toño Mazaira aparecía en su 'Puente'. Aunque ya al final apenas se le veía más que cuando tenía que acudir a depositar su voto en las distintas elecciones. No faltaba a ninguna.
Así le fuimos viendo cada día menos. Hasta que llegó el momento de despedirse de este mundo y, como estaba previsto, ayer, los pontinos, sus amigos a los que llegó la noticia de su muerte estuvieron a su lado en su Parroquia de las Caldas en el funeral que a media mañana oficiaba Moncho, otro de los nuestros. Muchos pontinos y, por supuesto, lo que queda de aquella larga, tenaz y laboriosa familia Mazaira Álvarez.
