Una huerta de “guinness” en Celanova

El antiguo diestro de la parroquia de Mourillós, en Celanova, se ha convertido en todo un reclamo con la producción de “guinness” de Benita Alonso, cuyas hortalizas gigantes le garantizarán tener la despensa llena todo el invierno.  

Cebollas de kilo, patatas de kilo y medio, sandías de casi 20 kilos y calabazas que rondarán los 100 kilos es la extraordinaria cosecha de Benita Alonso. Una vecina de Mourillós, en el concello de Celanova, a quien este invierno no le faltarán los ingredientes para hacer caldos y guisos. Ni a ella, ni a sus familiares, vecinos y amigos. “La sandía no nos queda más remedio que comerla pronto, pero las calabazas, las envasaremos y congelaremos para todo el invierno”, comentaba esta agricultora amateur, a la que siempre se le dio muy bien la huerta, “pero como este año, nunca”, reconoce.

El tamaño de sus hortalizas, con calabazas auyama que superan el metro de altura, ha supuesto todo un revuelo en la parroquia. Una de ellas preside la entrada de la taberna local “y mi padre fue el que me animó en llamar al periódico”, reconocía Benita, orgullosa de dar testimonio de sus productos dignos de lograr un récord “guinness”. 

Ubicada en las inmediaciones de la autovía AG-31 en Celanova, en los terrenos del diestro, hace unos de años que esta celanovesa empezó a plantar el maíz en la parcela para abastecer una piara de cerdos y al que le fue incorporando calabazas para el alimento de los animales primero, y otros productos para el autoconsumo después. “Este año me traje las semillas y las planté aquí. Y se ve que les gustó la tierra. Yo veía que las sandías crecían y crecían… Ya nos llevamos una sandía para casa y pesó 18 kilos. Y esa que tenemos ahí, pesará más”, comentaba a escasos metros de la planta de calabazas auyama, comestible, cuya longitud supera el metro y el peso, “a ojo, entre 30 y 40 kilos. Luego, en la finca de la capilla, tenemos las calabazas para los cerdos, hay más de 130 de todos los tamaños, pero dos pesan más de 100 kilos, seguro -dijo, asegurando que tendremos que venir con un tractor a sacarlas”.

Al ser preguntada por el secreto para alcanzar estas dimensiones, Benita sonríe y confiesa que “se ve que les gustó la tierra, y el buen trato, hablo mucho con ellas”, dijo.

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