Exclamaba Protágoras que “El hombre es la medida de todas las cosas”, como fue así en el discurrir de la vida de Manuel Vázquez Outeiriño, el primer alcalde de la democracia del ayuntamiento de A Merca.
Es lo que sin dudar afirmamos todos los que lo hemos conocido, trabajado y convivido con Manolo, Don Manuel, Outeiriño, como la gran mayoría de vecinos de A Merca y “Terras de Celanova”, al referirse a Don Manuel –Yo sí le llamaba- y que hoy nos deja ese vacío de que algo de todos se marcha. Manolo, Don Manuel, se hacía respetar y querer, con la familiaridad, que desde siempre me permitió y que en él era costumbre con todos.
Atesoraba ser un hombre de una trayectoria humana y de una eficiencia sin límite en todo lo que traía bajo su responsabilidad. Lo que se dice “la medida de todas cosas”, de Protágoras. Y así lo aplicaba a su vida personal, familiar, de empresa, servicio público y política. Para Don Manuel ser persona, en toda la extensión de la palabra persona: “Es poder ser más”.
Padre de familia numerosa, maestro, empresario y político, su compromiso con el territorio y sus gentes era y fue una máxima. Hombre bueno, vivía, trabajaba y dirigía sin estridencias en sus quehaceres cotidianos, a pesar de esas múltiples facetas a las que tenía que atender y dar cuenta a diario. Aplicaba en su trabajo la teoría por la que “el buen director dirige sin imponer; a eso se le llama capacidad inteligente y conocimiento de los hombres”. Desde muy joven comenzó a ejercer uno de los oficios más bonitos y ejemplares del mundo, la enseñanza en las escuelas públicas del rural, por la comarca de Celanova. Primero en la parroquia de Vilar –década de los 50- en A Merca, para traslado a Almonte en Molgas, Pardavedra en A Bola…, hasta jubilarse como director del grupo escolar de Celanova, a final de la década de los 90, después de 25 años como Director.
Pero por el medio, comenzada la transición democrática, y ya atendiendo a sus granjas y dando clases en colegios públicos, fue alcalde del ayuntamiento de A Merca desde las primeras elecciones hasta el año 1987. De los que atendía el ayuntamiento sin dedicaciones; antes de ir al colegio acudía al ayuntamiento y, después, también por la tarde. En esas, fue Manolo, quien a principios de ese año me propone presentarme a alcalde, y a partir de ahí comenzó todo en política para mí. He dicho en mil ocasiones que mi padre político fue Manuel Vázquez Outeiriño. Y comprobé por enésima vez la generosidad y responsabilidad de Manolo, ya que en 1996, aún siendo alcalde con mayoría absoluta cómoda, yo veía que no era capaz de atender el ayuntamiento como los vecinos se merecían; voy a hablar con Manolo, que estaba de concejal, y me costó convencerlo para que quedase él de primera autoridad local. Supo comprenderme. Su sentido de la responsabilidad, no sus ganas, dijo sí. ¡Qué mal lo pasamos, tú el primero, con lo de Miguel Ángel Blanco!
Hoy todos lamentamos tu adiós terrenal. Su gran familia, sus vecinos, conocidos… A Merca despide un gran hombre, trabajador en muchas facetas, pero siempre con la corrección, seriedad y ejemplaridad como bandera. Un señor creíble, por la credibilidad se gana haciendo lo que se dice; en ello también era maestro. ¡Ah!, su hospitalidad desmedida. Fue más de un año que “O Día de Ano Novo, San Manuel”, en plena celebración navideña, era uno de los invitados a tu casa en Zarracós, con su Teresita siempre de maestra de ceremonias y excelente embajadora. Manolo, tampoco es cuestión de dar explicaciones, ya que los que te conocemos sabemos bien de ti. Es momento de desearte, como a toda la gente que quiero: “La vida es largo morir, el morir es fin de la muerte; procura morir de suerte, que comiences a vivir”.
