Buñol celebra la tomatina con 117.000 kilos de tomates y más de 40.000 personas


La pequeña localidad valenciana de Buñol revivió su singular fiesta de la ‘tomatina’, una amistosa y colorista batalla que alcanzó en esta ocasión cifras de récord, pues contó con más de 40.000 visitantes y alrededor de 117.000 kilos de tomates.

La masiva asistencia de visitantes sorprendió gratamente a los responsables de su organización, que ya habían previsto este incremento en el número de participantes al habilitar nuevas zonas de aparcamiento dentro del pueblo y al incrementar en 7.000 kilos la cantidad de tomates con respecto al año pasado.Como es habitual en Buñol cada último miércoles de agosto desde hace más de 60 años, sus calles se llenaron hoy de turistas procedentes de todo el mundo, aunque especialmente de Japón, Corea, Bélgica, Australia, Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia o Alemania.

Con el sonido de la primera carcasa, a las once en punto de la mañana, los más de 40.000 asistentes a la ‘tomatina’ de este año se unieron en un grito unánime para celebrar el inicio de esta peculiar fiesta protagonizada únicamente por el tomate, que acaba por cubrir casi hasta las rodillas a todos los participantes.La acidez de esta hortaliza y su olor no tardó en invadir por completo la atmósfera de esta localidad, entregada de lleno a esta loca tradición de estampar el máximo número de tomates posibles en el rostro del prójimo.

Las normas marcadas por el Ayuntamiento exigen el aplastamiento de los tomates antes de ser lanzados, y además la cooperativa de Xilxes (Castellón), encargada de abastecer de tomates a Buñol para la Tomatina, es responsable también de seleccionar únicamente aquellas hortalizas maduras aptas para ser lanzadas.Con ello se pretende evitar que la constante lluvia de tomates que sobrevuelan e impactan en las cabezas de los participantes no causen daños demasiado graves, aunque el aturdimiento después del paso de dos o tres de los cinco camiones remolque cargados hasta los topes de tomates resulta prácticamente inevitable, según explican muchos de los implicados.

En el interior de estos remolques, varias decenas de afortunados buñolenses (ya que su presencia en los camiones atiende a un sorteo previo) son los encargados de distribuir la ‘munición’ y de volcar por completo la carga de tomates sobre el asfalto, aunque para ello deban ir amarrados con arneses y cubiertos de tomates hasta el pecho durante la mayor parte del recorrido.

‘Existe un amplio dispositivo de seguridad dispuesto por policías locales y agentes de Protección Civil que se encarga principalmente de evitar que la gente llegue al recorrido de la Tomatina con envases de plástico o vidrio que puedan resultar peligrosos’, explica la concejala de Fiestas, Feria, Cultura y Deportes, Pilar Garrigues.‘Además, los asistentes reciben varias recomendaciones antes de iniciar el festejo, se les pide que no lancen camisetas y que eviten lanzar tomates verdes o que estén sin estrujar.

La gente suele respetar estas normas básicas, por lo que apenas suele haber incidentes y luego la limpieza es muy rápida’, añadió.Justo una hora después del lanzamiento del primer cohete, un segundo trueno pone fin a la batalla y marca el inicio del operativo de limpieza, una actividad tan perfeccionada y coordinada que ciertamente resulta atractiva en sí misma, pues en apenas unos instantes desaparece el color rojo que invade suelos y fachadas dejando de nuevo a la vista el pavimento y las aceras.

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