Arte et alia

Mura, con Mar y Andrea, ventana al viento

Obra de Mar Ramón.
photo_camera Obra de Mar Ramón.

Desnudas están las salas. Las obras se adelgazan para que los ojos se centren, y los espectadores no divaguen. Más, ¿divagan los artistas? Depende. Para el concurso de la XVIª convocatoria para menores de treinta y seis años las obras de competición divagan en la gran sala. Aquí están las de Andrea Davila Rubio (Boiro, 1995), primer premio con “Sitting piece for 2”. Al lado aparece otra “sitting piece”, a modo de regalía. En 2020 ganó la Novos Valores con “I wish you’d rub your quills against my stomac”. Todo parte de su proyecto de doctoramiento. La de María del Mar Ramón Soriano (Valencia, 1993), con relaciones familiares y taller eon Niñodaguia (Esgos), tiene “Desnudo, espacio de juego”, explícita pieza antropomórfica de las que estila, para el tercer premio, obra de erudición desde Príapo. Ganó al igual que Davila beca de la Diputación pontevedresa en 2020, ella con “Homeworks. 58h 35 min’”, trabajos de casa…, más antes, en 2018, expuso aquí, en la sala cero de este Centro Cultural de la Diputación. Desde hace años hace asimismo tesis doctoral, ella sobre el objeto doméstico en la escultura, y acaba de inaugurar en Compostela su primera escultura con referencias a la aguja y dedal, por estar dedicada a María Miramontes. Tienen interés la talla de Guillermo Salas y el óleo de Julián Diez, más el jurado premió al artista vigués Alberto Ardid de Cabo (Vigo, 1986), ganador de la edición III del certamen internacional Plástika19, por su puntal de obra con volutas jónicas de metal, “Nova riqueza”, 2018, obra mordaz de “escultura”. El artista expuso con éxito hace poco en Apo’strophe, Vigo. Tras el, ocupó la sala con “Nuevas identidades” la artista italiana Monica Mura, con obra conceptual en Ourense.

EN ALTERARTE, DESDE LA AUSENCIA, MURA

Instalación de Monica Mura.
Instalación de Monica Mura.

Dieciocho doradas cuerdas, cien instrumentos sonoros colgados de ellas, y todas unidas a un fino cinturón de cuero cerrado, del que penden los largos cabos hasta ensortijarse en el piso, en el centro de la sala. Esta es la estructura móvil que Monica Mura realizó para su actuación/representación, breve en el tiempo, y nos la dejó así, con el vacío del círculo alrededor de la correa, un espacio interior de ausencia… Son instrumentos musicales especiales, los que penden, utilizados todos en el contexto del tiempo de Carnaval, en nuestro Ourense: campanillas y cencerros que portan en sus cinturas los/las personas-máscaras de la Pita de Eiroás, los Cigarrones, Felos, Peliqueiros o Pantallas, así hasta veinte, haciéndolas sonar al saltar y trotar en estos días de final del invierno cada año. Desde la etnografía al intuitivo ballet de la artista multimedia y diseñadora italiana, nacida en Cerdeña (1979) y afincada en Santiago, reputada creadora de sensaciones desde la “performance”. Es la suya una creación en el tiempo, desde la componente sonora del Entroido, que deconstruye en una estrategia desmitificadora al estilo Derrida, un libre juego para aprehender esta riqueza desde su especifidad. Es un ir más allá de sus recientes “sonallas” con cencerros en el CGAC. Una sugerente sinécdoque que opone la comisaria Sara Donoso para activar miradas/pensamientos.

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