La posguerra regresa a Hernán Cortés

La posguerra regresa a Hernán Cortés
LR- José Luis Cuerda y el equipo de ’Los girasoles ciegos’ aterrizaron ayer en la ciudad. La calle Hernán Cortés fue la localización elegida para inaugurar las tres semanas de rodaje del filme en la provincia. La expectación y el desconcierto de los transeúntes acompañaron la primera jornada de trabajo.


’Silencio’. Ourense silencia sus pasos en el casco viejo y espera a la segunda orden: ’Acción’. Resguardado bajo un toldo de pequeñas dimensiones, José Luis Cuerda observa. Roger Princep (Lorenzo) entra por enésima vez en la que será, a los ojos de espectador, su escuela. Traspasa el arco de cartón piedra instalado en la calle Hernán Cortés y que imita la fachada del monasterio de Montederramo, donde se desarrollarán los interiores de la escuela. ’Vale’, grita Cuerda. Y vuelta a empezar. Las puertas de madera, hechas a medida en Madrid, son flanqueadas por Maribel Verdú (Elena) y Roger Princep. Son las mismas puertas que se instalarán en el monasterio de Montederramo, porque allí el claustro carece de puertas. Emiliano Otegui, productor del filme, explicaba que no se pueden rodar todas las escenas en Montederramo porque los exteriores del claustro corresponden a una plaza moderna, que no se adapta a la estética de la posguerra de la película.

Escampó la tormenta y al tiempo que las nubes se alejaron de la ciudad, los curiosos se amontonaron en el casco viejo. Hasta hubo quienes se sacaron fotos, no con los actores, como sería de suponer, sino con el atrezzo. Los coches antiguos, las bicicletas con las que en los años 40 el cartero hacía su ronda y los carros de madera. La estampa se completa con milicianos paseando por las calles, señoras de luto calado, repartidores y afiladores. Es Ourense, según la versión de ’Los girasoles ciegos’.

Por un bocadillo

De todo hay, cierto, y entre los entendidos, se cuelan algunos de los 420 extras ourensanos que participan en la película dando vida a la trastienda de la ficción. ’No se sube en la bicicleta, sólo se pasea con ella al lado’, dice uno. También hay los que ni siquiera saben que Ourense está de cine. ’¿Y esto qué es? Acabamos de llegar y no sabíamos nada’, asegura uno de los turistas que aún campean por la ciudad. ’Vámonos, que total no vamos a salir en la tele’, bromea una madre con su hijo.

Descanso. El cine también necesita comer y por delante aún queda una dura jornada de trabajo, hasta las 13.00 horas. Roger Princep, el pequeño del equipo, se tambalea en su botas de agua y se avalanza sobre su bocadillo: ’¡Qué rico está!’. Son las cuatro y media, y luego dirán que el cine no es duro.

La escena se repite, en la película, todos los días. Elena lleva a su hijo pequeño a clase. Y es esta la imagen que inaugura las tres semanas de rodaje en la provincia. Hubo anécdota. Por encima de Maribel Verdú o Raúl Arévalo, el protagonista de la jornada fue uno de los miembros del equipo encargado de regar el pavimento para simular una tormenta que ya se había ido.

Cuerda repartía órdenes, repasaba el guión con Raúl Arévalo, que encarna al diácono enamorado de Elena, y su equipo pedía silencio a algún que otro transeúnte que aún no comprendía que en Ourense: ’silencio, se rueda’.


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