DISCULPEN QUE NO ME LEVANTE. CRÍTICA DE CINE

¿Y para esto sirve un oso?

Foto: VERSÁTIL CINEMA
¿Para qué sirve un oso? se pregunta Tom Fernández, el prometedor realizador asturiano que debutó con mucho tino subido a La Torre de Suso. Y por lo visto en su segundo largometraje, un oso no sirve para hacer una buena comedia.
El que fuera guionista de Siete vidas lo intenta todo para no apartarse de la buena senda trazada con su ópera prima. Repite rodaje en su Asturias natal. Repite con sus antiguos compañeros de fatigas catódicas Javier Cámara y Gonzalo de Castro. Repite la historia de un retorno y también vuelve a firmar una comedia con mensaje: en La Torre de Suso era la amistad, aquí el trasfondo es ecológico.

Castro y Cámara encarnan a dos hermanos -un zoólogo obsesionado con los osos que vive en el bosque de su pueblo y un biólogo de éxito internacional- distanciados desde hace años e incapaces de expresar sus sentimientos. Una barrera invisible con la que chocarán cuando uno de ellos (Cámara, el biólogo) regrese a casa tras tirar la toalla en su lucha contra el cambio climático.

Este es el más o menos original punto de partida de esta entrañable fábula ecologista. Las intenciones de Fernández son igual de buenas que en su debut... pero el resultado no es ni mucho menos tan agradecido.

Lo que en su estreno fueron conversaciones fluidas y dotadas de un gracejo natural -que lograba dibujar sin ningún esfuerzo una media sonrisa en el espectador como acto reflejo-, pasan ahora a ser diálogos artificiales, excesivamente voluntariosos y desprovistos de toda retranca.

Exactamente lo mismo se podría decir de los personajes. Son simpáticos, sí. Entrañables, también. Pero no hacen gracia. Y eso es lo peor que se puede decir de una comedia. Los dos protagonistas cumplen, sin más. Exceptuando un par de momentos lúcidos, Cámara y De Castro no destilan los litros de complicidad y química que se les presumen -y que sin duda atesoran- tras tantas horas de vuelo codo con codo.

Mención aparte merecen los secundarios que les rodean. Ellos están todavía menos afortunados. A saber: una vieja institutriz británica (Geraldine Chaplin), una veterinaria y madre abandonada (Emma Suárez), una guapa maestra de pueblo (Oona Chaplin) una niña que preguntona hasta el cansancio (Sira García) y un californiano con pocas luces (Jesse Johnson). Este último es sin duda el más entrañable de todo este variopinto animalario.

Y hablando de animales... al oso no le esperen hasta el final de este bienintencionado y previsible cuento ecológico. Lo mejor son sin duda los espectaculares escenarios naturales asturianos. Dan ganas de coger el coche y subir a deleitarse con el paisaje mientras se degusta un pote asturiano, una fabada, una buena 'carne roxa' o unas 'casadiellas'. Para eso sí que puede (y debe) servir un oso... aunque solo sea como excusa.

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