El COB está obligado a ganar los dos partidos que le quedan de Liga y que el Adepal pierda ante Murcia y León para evitar el descenso directo

Dura resaca después del derbi

Jonathan Kale lanza a canasta. (Foto: José Paz)
No podía ser de otra forma. Una temporada más el Breogán pasó por el Pazo como un ciclón. Como en la temporada 2000/2001 cuando Bonner, Davis y Biota dejaron al COB herido de muerte y con pie y medio en la LEB. El triple de Ogirri la temporada pasada fue un espejismo para un COB que, tras la última jornada, está obligado a ganar los dos partidos que le restan en la Liga y esperar a que el Adepal no lo haga, para evitar el descenso directo.
El derbi deja lecturas inequívocas de ambos equipos. El Breogán tiene en el músculo su mejor baza pero carece de consistencia mental para acabar de ser fiable. Le va la marcha y sube el nivel cuanto mejor es el rival e imponente el ambiente. Marcó el territorio al inicio, se adormeció después y sacó lo mejor de sí para salir del entuerto.

Feldeine y Arteaga sobran para equilibrar con talento y liderazgo la fortaleza e intimidación que aportan Hicks, Brown, Gomes, Forcada e incluso Mokongo, aunque el base francés sigue menguando sus virtudes con el mismo egoísmo y falta de criterio que lo castigó en Ourense. La pitada que le cayó en el Pazo es de las históricas y las miradas de tres de sus compañeros en la segunda mitad, con Feldeine enrachado, de las que no se olvidan.


COB PLANO Y PREVISIBLE

El COB no sorprende. Es sota, caballo y rey con lo que facilita la defensa a sus rivales y complica más aún su ya de por sí limitado repertorio ofensivo.

Sanz le ha dado dinamismo al juego pero depende de la lucidez de Brown y de un cada vez mejor Cárdenas para compensar la oscuridad en la que vive Kale, la apatía de Onyekwe, la falta de consistencia de Starosta y las limitaciones de Coego. El marfileño es el jugador más regular del equipo y la única referencia interior fiable pese a que su lectura del juego es siempre limitada. Con el nigeriano hay que cruzar los dedos para que esté de quiero y además coincida que aporte algo, Starosta tanto parece un gigante en la zona como pasa de puntillas por los partidos con mayoría de lo segundo y Coego sigue firmando una temporada para olvidar.

Un juego interior sin polivalencia alguna, sin juego de espaldas al aro y sin constancia en los partidos.

En el perímetro, Arco tiene lagunas defensivas constantes pero en ataque es, de largo, el mejor jugador del equipo. Ferguerson y Galarreta van a más tanto en defensa como en ataque pero ninguno acaba de ser regular.

Sony cuenta poco y Lucho nada. Entre todos componen un juego exterior sin capacidad para defender a aleros altos, sin respuesta física cerca del aro, sin defensores fiables y sin talento sobresaliente que compense las deficiencias.

Un COB que se ha hecho competitivo desde la exigencia individual, el trabajo colectivo y la aplicación de sistemas sencillos y dinámicos. Un equipo atado por una mala configuración que se acabó de descompensar con los cambios posteriores pero que ahora al menos tiene juego y orgullo para competir con la mayoría de equipos de la categoría. El Breogán no es uno de ellos pero si deberían serlo los próximos.

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