Liga de fútbol; y sin embargo, se mueve

El fútbol español, en una tela de araña tejida por la ruina, la corrupción y la impunidad.
El veranito ha sido apasionante para el fútbol patrio. Primero la huelga de los jugadores en Primera y Segunda división. Al final hubo paz aunque nadie sabe cómo. Porque los trabajadores exigen un dinero, su sueldo, que la patronal no puede garantizar. ¿Alguien entiende que equipos en la bancarrota como el Rayo Vallecano, Valencia o Atlético de Madrid fichen jugadores? Misterios veredes.
La deuda de los clubes profesionales roza los 4.000 millones de euros. Si usted posee un negocio sepa que estas Sociedades Anónimas deben más de 700 a Hacienda. Y tan panchos. España y olé.

Los acreedores acucian y es necesario sacar dinero de debajo de las piedras. Ya no extraña la reciente exigencia de cobrar un canon a las radios, ni la protesta pública de varios clubes -encabezada por el sevillista Josep María del Nou- de renegociar el reparto de ingresos por las retransmisiones televisivas. El Real Madrid y el Barcelona se pueden permitir ser el primer y el cuarto equipo más endeudados. Instituciones, bancos, empresas y una legión de aficionados, capaces de empeñar la casa por los colores, les respaldan. Sevilla, Villarreal, Valencia o Atlético, no.

Piden un trozo más grande de la tarta pero, ¿quién si no los dos grandes generan la mayor parte de este dinero? El deporte espectáculo supera ya a la estructura. En Estados Unidos existe un tope salarial, franquicias con un propietario capitalista y un reparto equitativo, porque la competición representa a todos. En España permanece una estructura antigua un potaje de intereses, corrupción e impunidad. 'E pur si muove', que diría Galileo.

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