El Aguas de Sousas y sus aficionados fueron de la mano en un partido ante el Melilla que deja a los ourensanos con vida a un jornada del final

Ourense quiere LEB Oro

Dave Fergerson celebra una canasta clave con parte del público  festejándola de fondo.
El Huesca dejó moribundo al COB hace siete jornadas. ¿Quién habría apostado entonces por un desenlace liguero como el que se avecina? Nadie. El COB se puso como meta la supervivencia semanal y el método sigue dando sus frutos. Ante el Melilla, en un partido con más nervios y corazón que elegancia y brillo, los ourensanos cumplieron una vez con el objetivo y sumaron su cuarta victoria en los seis últimos partidos.
Números de aspirante al ascenso que sirven para seguir soñando con evitar el descenso. Lo que primero parecía una quimera, después una gesta, más tarde 'sólo' algo muy complicado y hasta ayer una carambola podría estar ahora a 40 minutos de ser una realidad. El COB necesita ganar en Palencia y que el León cumpla con la lógica ganando al Adepal para evitar el descenso directo. No será coser y cantar pero suena asumible para quién ha sido capaz de escapar del infierno como rutina.
El Melilla fue el protagonista de un capítulo más en la historia para recordar de un grupo reconvertido a equipo y una afición transformada en espejo para el resto de la categoría. La masa tiro del grupo en los peores momentos y los jugadores han respondido cada vez que se han visto contra las cuerdas.
El COB empleó la única arma que conoce y que realmente utiliza con eficacia, la defensa. Apretó los dientes desde el primer minuto, sacó los codos en cada rebote y estiró el brazo ante cada pase. Sacó réditos desde el inicio y vivió de ellos al final. La defensa permitió a los ourensano llevar siempre la delantera y el acierto puntual le sirvió para abrir brecha cada vez que encadenó tres acciones consecutivas con puntería.
Pudo romper el partido con 14 puntos de ventaja como tope en repetidas ocasiones pero no podía ser tan fácil. El Melilla, con los justo, apretó el marcador y abrió la puerta a los miedos. El COB tardó en reaccionar pero se mantuvo a flote una vez más desde la defensa. Un par de buenos ataques acabaron con la angustia y dieron paso a la comunión.
Pase lo que pase en Palencia el Pazo volvió a ratificar su identificación con el club y con un deporte sin réplica en la provincia. Más de 1.000 aficionados se quedaron esperando la salida de unos jugadores que todavía deben evitar ser colistas. Increíble.

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