El equipo vasco, que jugó el mejor partido del curso, desarboló a un equipo azulgrana que no reaccionó.
El Barcelona tropezó un año más en Anoeta ante una Real Sociedad que realizó el mejor partido de la temporada (3-1) y aprovechó la mala noche azulgrana, cuyo entrenador, el argentino Gerardo Martino, fue expulsado.
Los donostiarras dejaron al principio la iniciativa al equipo catalán y levantaron un fortín defensivo que durante 20 minutos impidió cualquier acercamiento serio a la portería de Claudio Bravo.
El Barcelona, con Leo Messi y Neymar en el once titular después de mucho tiempo, buscaba las llegadas por la banda del segundo, que tenía siempre el apoyo de un Iniesta estelar en el primer tiempo. Una jugada iniciada por el propio Imiesta generó una gran ocasión para los barcelonistas en su intento de horadar la pétrea defensa blanquiazul, con un remate de Pedro que se marchó fuera por poco.
La Real no se amilanó y en el minuto 30 dispuso también de su ocasión para batir la portería azulgrana en un remate con todo su alma del mexicano Vela.
Fue el preludio del primer gol de los locales, que llegó tras un saque de esquina en el que, en una acción generada por Canales y ante la presión de Elustondo, el camerunés Song introdujo el balón en su propia portería (1-0, minuto 32).
La reacción
El Barcelona se puso las pilas y no tardó ni dos minutos en igualar el partido en una de sus jugadas de toque típicas y brillantes, culminada por Messi (1-1, minuto 35).
El conjunto del 'Tata' Martino, que fue expulsado durante el descanso, no encontraba su sitio. Con Anoeta volcado en el apoyo a los suyos llegó el segundo, una obra de arte en la combinación entre Vela y Griezmann que el francés convirtió (2-1, minuto 53).
Los realistas querían más, veían que el Barcelona estaba tocado, sin patrón en el banquillo ni en el campo y llegó el tercero, obra de Zurutuza, el mejor jugador del partido, que encontró premio a su trabajo al culminar una conducción de Griezmann (3-1, minuto 58).
Se jugaba mucho en Anoeta pero el Barcelona o no era consciente de ello, inmerso en un estado de confusión notable, no acertaba a encontrar el sendero de entrada a la portería local.
Estaba más cerca el 4-1 que el recorte de distancias. El último susto para Víctor Valdés fue un remate al palo de Carlos Vela.
