Yugoslavia 70: seis repúblicas, una potencia

Sueños de Olimpia

Se cumplirán en unas semanas 50 años del Mundial de baloncesto, disputado en la entonces República Federal Socialista de Yugoslavia.

Kresimir Cosic fue el jugador más destacado de la selección yugoslava de 1970.
Kresimir Cosic fue el jugador más destacado de la selección yugoslava de 1970.

En 1970, el país estaba compuesto por seis repúblicas: Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia; esta a su vez contenía dos regiones autónomas, Vojvodina y Kosovo.

"Seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos alfabetos y un estado", recitaban los niños. Gobernaba ese estado, con mano de hierro, el mariscal Josip Broz, conocido como 'Tito'. Presidente vitalicio desde el fin de la II Guerra Mundial.

El campeonato fue un escaparate para promocionar el país ante occidente y distanciarse más de la Unión Soviética, a cuya selección se le opusieron todo tipo de trabas arbitrales y ambientales. Como reunir a 14.000 aficionados locales permanentes en el pabellón, animando sin descanso a sus rivales.

El sistema de entonces era una liguilla, sin semifinales ni final al uso. Estados Unidos presentó un equipo improvisado y terminó quinto. Los soviéticos poseían un magnífico conjunto, invencible en Europa desde 1957, pero perdieron partidos inesperados por "exceso de confianza", según su entrenador, Alexander Gomelski.

Los yugoslavos vencieron, porque el técnico Ranko Zeravica renovó y moldeó a una fabulosa generación, liderada por el tan genial como desgarbado mormón, Kresimir Cosic. La FIBA incluso les permitió una ficha más que el resto para alinear al gran Ivo Daneu, algo inaudito.

El éxito fue la confirmación de Yugoslavia como potencia mundial del baloncesto. Cuatro días después murió uno de sus integrantes, Trajko Rajkovic, en accidente de tráfico.

Argentina 90: fin a un equipo ya irrepetible

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Veinte años después del despegue internacional, Yugoslavia disputó el Mundial de Argentina 90 con la mejor generación de su historia.

El equipo tenía croatas -Petrovic, Perasovic, Cutura, Kukoc, Komazec- serbios -Divac, Obradovic, Curcic, Jovanovic, Savic- eslovenos -Zdvoc- y montenegrinos -Paspalj-. Varios ya con experiencia NBA y a mucha distancia del resto, toda vez que la URSS se presentó sin los jugadores de las escindidas repúblicas bálticas (Lituania, Letonia y Estonia) y los Estados Unidos insistieron en su miopía con una selección universitaria, demasiado tierna contra tipos curtidos en mil batallas.

Yugoslavia no tuvo rival. El equipo dirigido por Dusan Ivkovic sólo cedió, de forma sospechosa y a efectos de posibles cruces, contra Puerto Rico. No le hizo falta. Ganó todos los partidos hasta el fin del torneo. Era una generación privilegiada, destinada a dominar el continente, plantar cara al único 'Dream Team' (el de 1992) y lograr -¿quién sabe?- el primer triunfo contra un equipo NBA estadounidense.

Pero el país no era el mismo. La guerra de los Balcanes (1991-2001) destrozó esta posibilidad. Y eso fue lo de menos. 140.000 muertos, cuatro millones de desplazados. Odio, caos y destrucción entre familias. Auspiciado por los ególatras nacionalistas, respaldado por la masa irresponsable. Ante la indignante pasividad de la ONU y la Unión Europea.

El resultado, siete nuevas naciones arruinadas. Heridas que tardarán en curarse y cuentas pendientes para otro episodio. Este horror nos arrebató un gran e irrepetible equipo de baloncesto. Equipo con jugadores de origen diverso, quienes juntos interpretaban una maravillosa y armoniosa melodía.

Citius, Altius, Fortius | La historia de una bandera croata

Al término de la final del Mundial de Argentina 1990 se produjo un suceso que describía la creciente tensión en Yugoslavia. Durante la celebración, un aficionado salió a la cancha y se unió a los jugadores con una bandera croata. El jugador serbio Vlade Divac lo consideró un oportunista y se la retiró. Los nacionalistas croatas afirmaron que Divac había escupido y pisoteado la bandera. Más leña al fuego y motivo de la posterior distancia con su amigo, Drazen Petrovic. 27 años después, el periodista argentino Andrés Burgo averiguó que el espontáneo aficionado de la bandera se llamaba Tomás Sakic, bonaerense de padres croatas. Este reconoció su intención de promocionar la causa independentista y que Divac no vejó la bandera, que le fue devuelta después. Burgo descubrió que Tomás era hijo de Dinko Sakic, exjefe del campo de concentración de Jasenovac y miembro de la 'Ustashe', grupo terrorista y aliado nazi en la II Guerra Mundial. Según documentos de la Gestapo, los croatas exterminaron a 300.000 serbios y gitanos durante el conflicto.

Ver o leer | Lo que se llevó la guerra

Para entender el conflicto de los Balcanes recomiendo el excelente 'The death of Jugoslavia' (1996) de la BBC. Para comprender su efecto en la selección de baloncesto, en concreto sobre la amistad entre los jugadores serbio Vlade Divac y croata Drazen Petrovic, el documental bautizado en España como 'Hermanos y enemigos' es un auténtico referente, muy recomendable para los independentistas domésticos que hoy sufrimos. Desearíamos un final reconciliador, pero Petrovic nos dejó en 1993, víctima de un accidente de tráfico.

‘Once Brothers’, por Michael Tolajian. (2010, EE.UU.) 81 minutos

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