SIN DIFERENCIAS

El espíritu de Suárez

Feijóo, ayer en el Congreso tras los miembros del Gobierno.
photo_camera Feijóo, ayer en el Congreso tras los miembros del Gobierno.

Aunque solo fuera por unas horas, el Congreso de los diputados respiró estos días los aires del consenso y comprensión que trató de inculcar el que fue el primer presidente del Gobierno tras años de dictadura franquista.

Aunque haya sido por unas horas, el espíritu de concordia, de consenso y de reconciliación que acompañó en su vida política al expresidente Adolfo Suárez se ha respirado estos dos días por los pasillos del Congreso, escenario casi siempre de encontronazos y de diferencias irreconciliables. En las horas desde la muerte de Suárez hasta ayer mismo se vieron extraños compañeros de velatorio, políticos de toda ideología y condición unidos bajo la figura del artífice, junto al rey, de la democracia española.

En la retina de todos quedarán grabadas imágenes insólitas para la historia, como la de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero desfilando uno a uno y en fila ante el féretro de su antecesor. Los tres expresando su respeto a la figura del expresidente Suárez, con una solemne inclinación de cabeza ante el ataúd, cubierto con la bandera de España y, a sus pies, las dos máximas condecoraciones del Estado, el Toisón de Oro y el Collar de Carlos III.

Unidos los tres, codo con codo, rindiendo homenaje al muñidor de la Transición, presidente del Gobierno como ellos, pero que concita un respeto y una admiración que ha tenido su fiel reflejo en las más de 30.000 personas que han pasado por su capilla ardiente.

Ni el frío, ni el viento, ni la lluvia fina que cayó ayer a ratos sobre Madrid logró ahuyentar a gentes venidas de toda España que le quisieron rendir su último homenaje y acompañar a la familia que, durante 24 horas, prácticamente ininterrumpidas, velaron el cadáver.

Fuera de tono

Los españoles que se acercaron al Congreso y asistieron en la calle a su cortejo fúnebre pudieron observar atónitos a socialistas, 'populares' y nacionalistas haciendo piña, deudos todos del legado del expresidente.

Parecía mentira, pero durante unos días, casi todos los políticos consiguieron aparcar sus diferencias, sus cuitas partidistas y las deudas pendientes de los unos con los otros, que no son pocas.

Se suspendieron dos jornadas de actividad parlamentaria, el pleno de ayer martes y la sesión de control al Gobierno de hoy miércoles, escenario de duros enfrentamientos semanales, en señal de luto y respeto hacia el expresidente fallecido el viernes.

El único que se salió un poco de guión, y por ello fue amonestado por algunos, fue el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que después de asistir al velatorio no dudó en decir que Suárez habría afrontado con más valentía y coraje político estos "difíciles momentos". Esos "difíciles momentos" no son otros que el reto soberanista en Cataluña, auspiciado precisamente por la propia Generalitat que él preside.  Incluso le afeó la conducta el padre de la Constitución Miquel Roca, que dejó claro que este día no tocaba instrumentalizar la figura de Adolfo Suárez.

Y es que en apenas quince días, el 8 de abril, el remanso de consenso político en el que se transcurrió el Congreso, volverá a su ser con el debate sobre la consulta independentista en Cataluña.

Regresará, como no puede ser de otra manera, además del debate catalán, el desempleo, la crisis de la inmigración en Ceuta y Melilla, la futura reforma fiscal y la pelea electoral para los comicios europeos que se celebrarán el próximo 25 de mayo.

Cuando en la fría y desapacible mañana de ayer salía del Congreso el féretro de Suárez y de nuevo se cerraba la Puerta de los Leones parecía que tras ella también se cerraba un capítulo de la historia de España.

Pero la azarosa vida política, pese al legado y el ejemplo imborrables de Adolfo Suárez, continúa.

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