García-Castellón: “Me avisaron de que intentarían acabar conmigo. Comprobé que era verdad”

Manuel García-Castellón.
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Manuel García-Castellón es juez titular del Juzgado Central de Instrucción nº6 de la Audiencia Nacional

A Manuel García-Castellón se le podría considerar uno de los “jueces mediáticos” en España. Por sus manos han pasado casos de corrupción como Kitchen, Púnica, Lezo; y de otros tipos como el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, el caso Banesto -que llevó a la cárcel a Mario Conde- o el intento de atentado contra José María Aznar. El titular del Juzgado Central de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional será el protagonista del próximo Foro La Región, este jueves 5 de octubre.

¿Cómo valora el estado actual de la justicia en España?

Es un momento complicadísimo. Como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) está sin renovar hay multitud de cargos judiciales sin cubrir. Eso siempre es negativo. El problema es que llevamos así demasiado tiempo, desde que entró en vigor la ley que prohibió al Consejo hacer nombramientos. En resumen, negativamente.

¿Es por cuestiones como esa o por el retraso en las sentencias por lo que la justicia está tan mal valorada?

Eso es otro tema distinto. Lo primero es así, pero afecta de una forma muy relativa a la tardanza de las resoluciones judiciales. Lo segundo es un problema estructural. Es un problema de siempre y no ha habido ni se espera una reforma en el mundo judicial como la que hubo, por ejemplo, en la Agencia Tributaria. Allí se invirtieron un montón de medios y, desde ese momento, con sus defectos, funciona como un reloj. Aquí no se ha hecho nunca y así seguimos. Hay muchos operadores jurídicos que intervienen en el proceso: abogados, jueces, fiscales, inculpados, testigos… Todo funciona igual que hace 50, 100 o 150 años. Nunca ha habido una reforma en profundidad. Se hizo un libro blanco en el CGPJ, pero no sirvió para nada. La situación es de una tardanza excepcional en los procedimientos, lo que provoca la desesperación de los ciudadanos, que ven que sus asuntos raramente llegan en tiempo. Se dice que una justicia tardía no es justicia, y es verdad.

Ha pasado por juzgados pequeños, el extranjero y la Audiencia Nacional, su puesto actual. ¿Qué diferencias hay entre esos juzgados pequeños y la AN? ¿Es el foco mediático?

Eso depende de cada uno. Para mí no tiene importancia. Lo importante realmente es la magnitud de los asuntos. La AN afecta también al ámbito internacional y a un tipo de delitos que van desde los delitos contra la corona, crimen organizado como el terrorismo. Esa es la mayor diferencia. Eso sí, a cambio, los medios disponibles son más importantes, puesto que tienes acceso a todos los medios del Estado referidos a la investigación. Las unidades más prestigiadas y que tienen un conocimiento nacional e internacional.

¿En qué puesto de todos los que ha estado se ha sentido más cómodo?

Cada uno tiene su historia. En los juzgados pequeños, como cuando fui decano en Valladolid, hubo asuntos importantes para las víctimas y sus familiares que fueron resueltos. Eso llena de satisfacción. En la AN es distinto, pero también consigues, o tratas de conseguir, una justicia rápida -aunque muchas veces no es posible- y ayudar a otro tipo de víctimas.

¿Qué fue lo que le atrajo de la Audiencia Nacional para volver tras 16 años en el extranjero?

Volví porque era el destino que tenía guardado para cuando volviera. No tenía más opción que volver ahí o pedir un destino distinto. Digamos que me venía dado. Pero la atracción era mucha porque ahí es donde desarrollo la única figura judicial que me atrae, que es ser juez de instrucción. Es verdad que al ser juez central las competencias son más amplias. Encontré un camino aquí que me ha gustado mucho, aunque con muchas dificultades en todos los sentidos. 

Ha llevado usted casos como Banesto, Miguel Ángel Blanco o diversas tramas de corrupción. ¿Le afectan o le han pasado factura en su trabajo las críticas?

Somos seres humanos. Tenemos filias y fobias que no puede remediar nadie. Cuando llegas a un trabajo como este te tienes que poner la piel de elefante. El hecho de que tu trabajo se observe con lupa puede poner a uno nervioso. Un poco como a todo, te acostumbras.

¿Cómo es leer cosas sobre su trabajo en los medios? ¿Ha llegado a sentirse víctima de una persecución? ¿Ha creído en algún momento que determinada gente le ha querido echar de su puesto?

Sí. Cuando iba a venir a Madrid estuve con el presidente de la sala de lo Penal de la AN y le pregunté su opinión. Me dijo: “Muchas veces te vas a encontrar con que, a través de miles de medios distintos, van a querer destruirte, tanto personal como profesionalmente”. Con el tiempo he descubierto que era verdad.

¿Cabe una ley de Amnistía en la Constitución?

No puedo pronunciarme sobre ello. 

¿Quién tiene la culpa en la conocida ley del “solo sí es sí”, jueces o legisladores?

Creo que los tribunales ya se han pronunciado de forma sobrada sobre el tema. Los políticos podrán decir misa si quieren, pero los tribunales se han pronunciado. Le aseguro que el 100% de los tribunales no son prevaricadores, es más, ni siquiera el 0%. Lo que hay que hacer es respetar a la justicia, no encima insultar y, en cierta forma, amenazar. Eso es intolerable.

¿Cree justificadas las dudas que se arrojan constantemente sobre los jueces?

No. El cuerpo judicial español es de los limpios, en Europa y en el mundo. Yo he estado en otros países y puedo comparar con conocimiento de causa. En España no tenemos nada que envidiar a cualquier otro sistema judicial del mundo. Hay defectos puntuales, por supuesto, incluso graves, pero en todos los sitios cuecen habas. Yo he visto problemas muy gordos en otros países.

El juicio social y mediático parece ahora más relevante que el que se lleva a cabo en los juzgados. ¿Qué peligro tiene esto?

En muchas ocasiones, la destrucción de las personas. Cuando no hay una sentencia judicial, una resolución firme, el hecho de dedicarse a opinar sobre una persona sin más datos lleva a la destrucción de esas personas. Es una realidad terrible.

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