Rafael Fernández (PUM+J): “En el coche me gusta cantar, mal, pero lo hago a grito vivo”

Es Capricornio. Acepta la característica que los define como “cabezones”, pero hasta ahí llega el interés por la astrología, “no leo el horóscopo, hay cosas más interesantes en el periódico”, que lee por las mañanas cuando se levanta: “Me despierto cuando suena el despertador, porque se va primero mi mujer, y hago el desayuno”. Da igual la hora, asegura que lo hace “con mucha energía y buen humor, aunque acabe el día muchas veces hecho polvo”. Desconoce cuál es la letra o el nombre asignado a su generación, pero tiene clara la década, “me quedo en los 80, que para mí fue una época muy feliz y muy alegre. Somos los que fuimos descubriendo la libertad en ese momento, fue una explosión total. Y la música de esa época me fascina”. Asegura que “cada generación ha tenido sus problemas, a ésta de ahora le toca vivir con otros diferentes. Nosotros tuvimos los nuestros y esa libertad recién descubierta nos hizo evolucionar muy rápidamente y cambiar”. De aquellos años no guarda un solo himno, si no un grupo “yo cantaba mucho Siniestro Total, cualquiera de sus canciones” y recuerda que “era muy protestón y rebelde, siempre estuve en las protestas y escapando”. En el coche lleva aquellas canciones “y voy cantando, dando un poco el coñazo a mi familia, porque además canto mal, pero lo hago a grito vivo”. Guarda aún los casetes y sigue escuchando vinilos, ”me gustan más que cualquier cosa”, por eso muchos, “saltaban continuamente de tanto ponerlos”. Y quedaron como él, rayados, “soy mucho de darle vueltas a las cosas antes de actuar, o con cosas que me dicen, que me quedan dando vueltas. Me rayo demasiado, ya me lo dice mi mujer”. Eso no impide que también sea impulsivo, “sobre todo en temas de acción social, me lanzo, voy para adelante”, pero pone límites a eso tan ficticio de decir todo a la cara, “la sinceridad hasta que hace daño a la otra persona, esa es mi línea roja. Aunque a veces me callo cosas que me quedan por dentro quemando”. A Rafael Fernández le aburre la gente que “sólo se está quejando y no hace nada para cambiar las cosas”. Y para divertirse elegía las discotecas antes que las verbenas. “Yo de discoteca, lo que pasa que ahora ya no hay muchas, pasé más tiempo en los pubs en los Vinos. Me gustaba”, y claro también era tiempo de ligar, “ahí era más tímido, pero también hice mis pinitos, aunque me costaba empezar.” También sacaba tiempo para el cine “iba todos los domingos, ahora al precio que está hay que mirarlo más”. Así que se ha aficionado a las series, “estoy repitiendo Urgencias, desde el capítulo uno. Pero he visto muchísimas”. Y forma parte de la legión de seguidores de Juego de Tronos que cree que el final no estuvo a la altura “creo que fue muy forzado, nos dejó desencantados”. Entre sus juegos, no están las cartas, “me enseñaron unos amigos el mus, pero perdían cada vez que iban conmigo y dejaron de llamarme, iba mucho al órdago, creo”. Puesto en la tesitura de tener que elegir otra nacionalidad lo tiene claro. “Sería boliviano, en una comunidad quechua donde estuve, me encantaron sus valores”. Si tuviese que cambiar de comunidad autónoma, duda algo más, “probablemente granaíno”, y cuando se le comenta la fama de la “mala follá”, la asume “ a veces hay que tenerla, pero sin rencores, no soy nada rencoroso”. Aunque creyente, no tiene santo o santa al que encomendarse, “son gente para reflexionar, pero no para adorarlos”. El nombre de Rosalía, lo primero que le evoca es “expresividad, fusión de tradición y modernidad”. No ha pensado en la poeta, “cierto, será por la dinámica en la que estamos”. “Pero”, confiesa, “yo soy más de Pablo Neruda”.