Son las gestoras de tres de cada cuatro explotaciones, aunque la titularidad corresponde casi siempre a los maridos

La mujer se hace visible en el campo

Están sobradamente preparadas y llevan décadas desempeñando un papel especial para la supervivencia de la explotación agraria, pero casi ninguna gozaba de estatus jurídico. Los avances de los últimos años, incentivando su incorporación a la seguridad social, no supusieron el reconocimiento pleno de los derechos de agricultoras y ganaderas. La Ley de Igualdad va más allá de la cotitularidad y opta por la figura jurídica de la titularidad compartida de las explotaciones. Medio Rural estima que tres de cada cuatro de ellas regidas por mujeres.
Dorinda estudiaba COU y peleaba con algunas asignaturas que se les resistían cuando, a sus 18 años, le cambió la vida. Se cruzó en su camino Mariano y en pocos meses la llevó al altar y, de allí, a la explotación agraria de sus padres. Cambió los libros y los apuntes por los aperos de labranza y las duras jornadas en la granja de sus suegros.

Su marido emigró a Suiza y, salvo en períodos de vacaciones, no regresó a Galicia hasta que nació su segundo hijo y ella se planteaba seriamente acompañarlo en la aventura centroeuropea para abandonar la monotonía de Gosende, en A Baña (A Coruña).

Era demasiado tarde. ‘Neses momentos ela xa levaba as rendas da explotación e eu non estaba convencido de que a vida de Suiza fose a mellor para os nosos fillos’, explica Mariano Pazos, que en ese momento decidió volver a Galicia para quedarse. Su vuelta no supuso grandes cambios en la jerarquía de la explotación. ‘Eu sempre fun a que levei o peso na práctica e, desde que miña sogra se xubilou, sobre o papel’, apunta Dorinda.

Momento delicado

‘Ese momento da transición foi delicado. ¿Cómo lle explicas ós teus pais que a súa nora é a titular das leiras, as vacas e todo?’, expone él. ‘Non foi doado, pero queriamos facelo así e fixémolo. Ela era a que levaba o peso na práctica e tamén debía ser a que figurase como tal nos papeis’.

El caso de Dorinda no es más habitual. Es, de hecho, extraordinario. Pese a que las mujeres están al frente del 75% de las explotaciones gallegas, son muy pocas las titulares. La mitad han accedido a la cotitularidad en los últimos años, pero demasiadas permanecen en la oscuridad.

Dorinda fue una adelantada a sus tiempos. ‘Xa van 25 anos traballando e sempre pendente de todo. Hai catro anos decidimos constituir unha sociedade civil para obter algúns beneficios fiscais e buscar novas subvencións, pero eu sigo levando o peso, explica. Teño a responsabilidade e, aínda que nalgunha ocasión pesa demais, iso gustame. A moitas mulleres non lle dan a oportunidade de asumir esa responsabilidade porque, lamentable mente, aínda non hai unha igualdade real no campo’.

‘Sempre levei os papeis desde o primeiro día. Mariano descarga todo sobre min porque di que non sabe como se fan as cousas, pero eu sei que o fai por comodidade’, deja caer ella antes de lanzar una mirada cargada de complicidad a su marido, incapaz de contener la sonrisa.

‘Sempre buscamos o consenso e compartimos as tarefas’, se defiende él. ‘Os homes non lle deben poñer ningunha traba á súa muller para que figure como titular ou cotitular da explota ción. Esa é a realidade na maioría das explotacións galegas’.

Mayoría absoluta Las estadísticas avalan la tesis de Mariano. El informe del INE (Instituto Nacional de Estadistica) sobre la estructura de las explotaciones agrícolas y ganaderas indica que en Galicia el 53,4% de los titulares son mujeres; en el conjunto de España son menos de un tercio. De las 85.023 instalaciones agrarias que hay en Galicia, 45.482 tienen a mujeres al frente, mientras que 39.542 son regidas por hombres.

Eso es lo que dicen los papeles. La práctica diaria apunta hacia una relación de tres a uno favorable a las féminas en la titularidad real. Muchas de las explotaciones en las que el hombre figura como propietario, son gestionadas por una mujer, normalmente su pareja. Xunta y sindicatos agrarios se esfuerzan para conseguir que esta situación se normalice y la mujer, además de estar de alta en el régimen agrario, figure como cotitular en el 75% de los casos.

Propiedad compartida: herramienta contra el machismo

Más del 90% de los expedientes aceptados cuando hace dos años se abrieron las líneas de primas por incorporación a la titularidad compartida correspondían a mujeres. Ese antecedente refuerza la tesis de los responsables de la Consellería de Medio Rural que han impulsado la elaboración de un registro de explotaciones agrarias para dar visibilidad a las mujeres.

Muchas que han accedido a la cotitularidad no gozarán plenamente de los derechos hasta que se materialice ese registro.

Su puesta en marcha debería servir para mejorar la calidad de vida y evitar el éxodo rural que se ha acentuado en los últimos años. Aunque la titularidad compartida ya está reconocida a través de la Seguridad Social, el registro que han comenzado a elaborar a comienzos de este año los técnicos de Medio Rural facilitará la aplicación de ayudas destinadas al sector y permitirá obtener una radiografía más nítida de la realidad agraria en Galicia.

Todas inscritas

Deben inscribirse todas las explotaciones agrarias, tanto las prioritarias como las que se dediquen a la actividad a tiempo parcial. La información obtenida servirá para actualizar las estadísticas de la Xunta y reforzar las garantías del sistema de gestión y control. El registro servirá, sobre todo, para constatar una sospecha: la titularidad femenina se reserva para mujeres solteras o viudas, o casos en los que su marido trabaja en otros sectores.

La inscripción abre nuevas puertas a agricultoras y ganaderas con hijos menores de tres años que hasta ahora no podían acceder a las ayudas de la Agencia Tributaria por no disponer de ingresos propios o subvenciones por el cese anticipado.

El hecho de no figurar su nombre como propietaria de la explotación también les impedía en muchos casos hacer gestiones administrativas a menos que llevasen una autorización del marido.

Tradicionalmente, los hombres fueron los titulares únicos de estas explotaciones, ellos eran los que cotizaban y los que cobraban la pensión de jubilación. Sus parejas, amas de casa en su mayoría, no tenían derecho a las ayudas por hijos. La cotitularidad en el ámbito agroganadero hace a la mujer partícipe de las gestiones y los beneficios que se deriven de su actividad.

Los papeles, las facturas y las cartas ya no llegarán siempre a casa al nombre del marido. Ellas pueden ser cotitulares de las explotaciones agroganaderas, una figura que hasta hace poco no estaba regulada para matrimonios ni parejas de hecho, y obtener su rendimiento del trabajo a partes iguales con su pareja. Podrán recibir una ayuda íntegra, como si fueran socias de la explotación, cuando emprendan su primera empresa.



Te puede interesar