A UN METRO

La "pérdida emocional" de Ferrol

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photo_camera La escultura a los cofrades en la calle Real de Ferrol (Fotos: Suso Arjomil).
"No sé si esto será irreparable", comenta una dependienta sobre la suspensión de la Semana Santa de interés turístico internacional

La Guardia Civil continúa apostada a la salida de A Coruña por la AP-9 a la altura del área de servicio de O Burgo. El alto en el control para espantar la tentación, a unos pocos, de darse un garbeo o acudir a la segunda vivienda se convierte con el paso de los días en rutina, aunque no ha llegado al nivel de compadreo. Tiempo. El trato siempre ha sido exquisito, pero ayer un agente se rió al explicarle el motivo del viaje a Ferrol y al regreso, delante de la casa de veraneo de Manuel Fraga en Perbes, una patrulla bromeó por el artesanal cartel de prensa situado en el lado derecho del parabrisas: "Con ese cartón es imposible no pararte".   

"¿Dice que va a hacer un reportaje a Ferrol? Pues no va a encontrar a mucha gente", suelta el  benemérito entre risas mientras autoriza la incorporación a la vía. Ni tráfico. El viaje fue en soledad hasta la salida de la autopista en Fene. Eso sí, el que pasa paga. Audasa continúa sin tener un gesto como hacen otras empresas por la pandemia del coronavirus Covid-19. El rejonazo es de 4,90 euros por recorrer menos de 50 kilómetros, tanto si eres transportista, conductor de ambulancia, bombero, instalador de telefonía o periodista. 

Si fuese una Semana Santa más, en las calles ferrolanas se escucharía el rebullicio. Es una semana que permite a una ciudad deprimida, tanto en lo económico como en lo anímico, recuperar la autoestima y engordar la caja para tirar hasta el verano. La Semana Santa, catalogada como fiesta de interés turístico internacional, atrae a unos 250.000 visitantes y genera un movimiento económico de unos 40 millones de euros.

Un guardia civil avisa en un control de que "no va a encontrar a mucha gente", otro bromea por el cartel de prensa artesanal

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"A estas horas estaría todo abarrotado de gente, no se cabría", comenta un hombre que pasa cargando con unas bolsas a la altura de la escultura que rinde tributo a los cofrades en la calle Real. La obra de Rubio Gascón, conocida popularmente como "Capuchoncito", está situada a unos metros del Concello y por ahí procesionan todos los pasos. La escultura y algunos estandartes colgados en ventanas y balcones recuerdan lo que pudo haber sido y esta vez no será. Las cofradías han anunciado que van a prender velas por la noche para que no se pierda el espíritu, pero los ánimos del personal también están a luz de gas.  

La dependienta de un despacho de pan y pasteles en la calle Magdalena realiza un diagnóstico demoledor sobre la obligada suspensión de la celebración por el estado de alarma: "La pérdida económica es muy grande, pero creo que la emocional es peor. No sé si será irreparable". 

 El confinamiento decretado para combatir la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus Covid-19 puede hacer que se tambalee la economía planetaria. Para las esperanzas de una ciudad que en el año 2000 superaba los 81.000 habitantes puede acabar siendo un golpe brutal. El censo del pasado año sólo sumaba 66.065 vecinos, las hermosas casas del Ferrol de la Ilustración, que aspira a ser patrimonio de la humanidad, se vencen sin remedio y en los edificios del centro abundan los carteles que anuncian "se vende" o "se alquila".  Hasta Zara cerró la tienda de ropa en febrero de 2018, a pesar de una carta de súplica enviada por el anterior alcalde, Jorge Suárez, de Ferrol en Común. Al menos sigue Zara Home en la calle Real y un outlet de Pull&Bear atendido por personas con capacidades distintas.  

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"Bajé a las siete e hice cuatro carreras, no sé para qué me levanté; y sin Semana Santa olvídate", lamenta un taxista

La Hostelería

Pasan unos minutos de la una de la tarde y  el movimiento es testimonial en el Mercado da Magdalena. "Esto afecta mucho, sobre todo a la hostelería, que va a ser la que más tarde en recuperarse", comenta el propietario de un ultramarinos. "Yo también tengo una fábrica de cerveza artesanal y me voy arreglando con la venta por internet, pero otros lo van a pasar muy mal". En el colmado no hay colas ni nadie se ha asomado en cinco minutos. 

El jardín de la Alameda sólo lo cruza un coche de la policía. Un taxista se queja por el día perdido. "Bajé a las siete de la mañana y sólo hice cuatro carreras; no sé para que me levanté de la cama. Y con un festivo y sin Semana Santa, olvídate". Ferrol se queda en silencio. De regreso hacia A Coruña por carretera para esquivar la voracidad recaudatoria de la 'corononavírica' Audasa, la señorial Pontedeume muestra una postal sin turistas.  La carretera a orillas del mar ofrece unas vistas de la ría apabullantes. Una pareja de la Guardia Civil detiene al periodista delante del chalé de veraneo de Fraga en Perbes. "Anda tira y cambia el cartel de prensa, al menos imprime uno".  Para otra procesión.

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