LA REVISTA

El Papus, nuestro Charlie Hebdo

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photo_camera Varias portadas de El Papus.

Revista satírica y neurasténica, así se subtitulaba una de las publicaciones de la ilustre Transición, que llegó a tiradas de 300.000 ejemplares denunciando todo lo que oliese a ultraderecha

Revista satírica y neurasténica, así se subtitulaba una de las publicaciones de la ilustre Transición, El Papus, una revista gruesa, irreverente, maleducada y soez, que tenía en el punto de mira todo lo que oliera a ultraderecha, que ni entonces ni ahora tenían sentido del humor. Editada en Barcelona por el Conde de Barcelona -La Vanguardia- recaló firmas importantes, Montalbán, Antonio Franco, Maruja Torres y dibujantes como Ivà, Jà, Joan de Sagarra, Gin, LÁvi, García Lorente, Óscar, Vives, entre otros, Llegó a publicar 300.000 ejemplares, y no debido a su impronta intelectual ni calidad, sino al universo satírico que explotaban y a la ligereza de vestimenta femenina de innegable reclamo, en los cimientos de una débil democracia dicen que se asentaban, no la revista, que volaría por los aires tras un atentado con ecos en los estertores del sistema y las Fuerzas de Seguridad. Antes del atentado fue suspendida de publicación en varias ocasiones y con denuncias todas las semanas.

Lo cuenta David Fernández de Castro en “El Papus, Anatomía de un atentado”, un documental estrenado en febrero del 2011, 33 años de un atentado nunca convenientemente aclarado, y que según el abogado August Gil, “la policía actuó con negligencia, incompetencia e inhibición, lo que lleva a pensar que hubo obstrucción deliberada”. Javier Fernández de Castro es hijo de uno de los periodistas del semanario, “me di cuenta que mi padre no tenía un trabajo normal y acababa de sobrevivir a un atentado”, cuenta al inicio del documental.

Baarcelona, 11h 40', 20 de septiembre de 1977, un chico rubio, alto, de pelo corto entrega un paquete en la redacción de la revista, lo recoge Juan Peñalver, el portero, camino del despacho del director “una extensa llamarada seguida de una sonora explosión acaba con su vida”, lo narraba Encarna Sánchez en el informativo de la COPE y así se recoge en un documental que si no aclara cosas, es porque en todos estos hechos, a pesar del tiempo transcurrido, del juicio en sí nunca hubo culpables. Tras ocho años de resistencia tras el atentado, al no lograr indemnización, con la salida de La Vanguardia de la publicación, la revista cierra sus puertas. Fueron años de irreverencia y groserías, 1973-1986.

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