Muchos se hacen la pregunta “¿Qué es Femuro?”. Unos dirán que una entidad rural que ayuda económicamente a mujeres que atraviesan situaciones difíciles, otros que es un centro de ayuda psicológica para esas mujeres vulnerables e, incluso unos pocos, que la Federación imparte formaciones educativas. No erran en sus respuestas, pero quienes mejor pueden explicarlo son sus usuarias, que les bastan cuatro palabras para describirlo: “Femuro es una familia”.
Sonia García, Marisdity Luz dos Santos y Rosalía Poyán son la cara visible de la entidad. Ellas, como todas sus usuarias reciben ayudas personalizadas adaptadas a sus necesidades, ya sean económicas o psicológicas. Para devolver “el favor”, participan en todas las actividades que organiza la Federación, que viene de concluir su mercadillo solidario de Navidad: “Hemos recaudado más de 2.000 euros. Estamos muy satisfechas porque se ha creado una red de mujeres que han apoyado nuestra causa y de la cual estamos muy orgullosas”, asegura Jane Liz, educadora social del centro.
Ese orgullo de las trabajadoras se exterioriza también en sus usuarias, las que con brillo en los ojos y una sonrisa llenan de flores a sus “ángeles de la guarda”. “Estoy aquí desde septiembre y me llegó para sentirme realizada ayudando a los demás, me han dado vida y conocí gente que merece la pena”, cuenta una de ellas, la que prefirió mantenerse en el anonimato.
Todas ellas emplean la misma palabra para referirse a Femuro: ayuda. Ya sea económica, psicológica, de acompañamiento, conciliación o, simplemente, diversión. Sonia García cuenta que hubo ocasiones que llegó a fin de mes gracias a la entidad: “Llevo aquí más de cinco años, y como ellas me ayudan -como Portas Abertas- yo también ayudo, me tienen aquí para todo”, señala. Al igual que ella, Rosalía Poyán también echa una mano a diario -”fui muy pesada con el mercadillo”, bromea- y afirma que “gracias a Femuro encontré trabajo en Vilardevós, al principio fue difícil y cuando lo necesité me pagaron los taxis”.
La más veterana, Marisdity dos Santos, tiene claro que “sin ellas todo sería más complicado. Me han ayudado en situaciones personales, me tratan muy bien y me aceptan tal y como soy”. Mujeres valientes que encontraron su sitio y, lo más importante, no pierden la alegría frente a las adversidades.
Los testimonios
Sonia García lleva en Femuro desde hace cinco años: "Hay meses que me han salvado, son mis ángeles de la guarda. A mí me ayudan, yo ayudo"
Marisdity Luz dos Santos, es la más veterana, lleva siete años en la Federación: "Aquí me tratan muy bien y me aceptan tal y como soy. Me ayudan en todos los aspectos de mi vida"
Rosalía Poyán es usuaria de Femuro desde hace dos años: "Gracias a Femuro encontré trabajo. Al principio me pagaban los taxis para poder ir"
