China se compromete a buscar una reconciliación con Taiwán

Ciudad de Beichuan, una de las más afectadas por el seismo.
China prometió buscar una oportunidad para la reconciliación con Taiwán y respetar el deseo del país de ser 'sus propios dueños', una muestra de que Beijing no tienen ninguna prisa para otorgar un gobierno propio al país.

Dos días después de que Ma Ying Jeou, se convirtiera en el nuevo presidente de Taiwán poniendo fin a ocho años de mandato del Partido Democrático Progresista (PDP), el ministro de Asuntos Exteriores de Taiwán, Chen Yunlin, afirmó que ambos lados estaban haciendo 'esfuerzos positivos' para salir adelante con las negociaciones.

Chen añadió que ambos países deberían 'establecer un acuerdo de confianza mutua, dejar de lado las diferencias y crear una situación positiva'. China ha reivindicado la soberanía sobre Taiwán desde que éste se separó de Beijing en 1949, después de que los comunistas, dirigidos por Mao Zedong, ganaran la guerra civil y declararan a la parte continental como la República Popular China.

Después de un pequeño período de distensión a finales de los 80 y principios de los 90, el entonces presidente chino Jiang Zemin amenazó Taiwán con la guerra entre 1995 y 1996, hundiendo las relaciones bilaterales de ambos países a puntos bajos. El actual presidente de China, Hu Jintao, dio un giro a la situación en 2005 tras la invitación a los líderes de la oposición a visitar Taiwán.

Relaciones con la prensa
La cobertura del terremoto que con una magnitud de 8 en la escala abierta de Richter causó más de 41.000 muertos y dejó más de 32.600 desaparecidos en la provincia de Sichuan el pasado 12 de mayo, ha supuesto un punto de inflexión en el periodismo chino, con una inusual transparencia.

Las posibilidades de informar sobre el seísmo más devastador que ha sufrido China en los último 30 años, ha servido al Gobierno para lavar su imagen después de la represión en el Tíbet, y cuando faltan once semanas para los Juegos Olímpicos.

Numerosos analistas alaban una apertura mediática sin precedentes en un desastre natural que hasta ahora se ha cobrado 41.000 vidas, aunque recuerdan las diferencias con un tema profundamente político como las revueltas del Tíbet.

'Es un alivio que el Gobierno chino no haya establecido en Sichuan el tipo de controles draconianos de acceso a la prensa extranjera que impuso en el Tíbet tras las revueltas del 14 de marzo', explicó Phelim Kine, investigador para Asia de la ONG 'Human Rights Watch' (HRW).


Secretismo en el Tibet
Con un número no contrastado de muertos en Tíbet que podría alcanzar los 200, las protestas aún no han sido esclarecidas, ya que Pekín mantiene cerrada la región a la prensa y a observadores internacionales.

Si para la prensa extranjera ha sido un alivio trabajar en Sichuan, para la china puede convertirse en un punto de no retorno, acostumbrada a una fuerte censura gubernamental que consideró hasta 2005 las pérdidas por catástrofes naturales como un secreto de Estado, por lo que difundirlas podía acarrear la pena de muerte.

'Los informes sobre el seísmo son un punto de inflexión en el periodismo chino', dijo a Efe Gao Zhikai, director de la Asociación China de Estudios Internacionales.

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