Exito en la manifestación Ourensana contra la ley Wert.

Ourense, manifestación 24/10/2013

Nada más cerca de la realidad actual.
El jueves 24 tuvo lugar una de las huelgas del sector educativo más importante y multitudinaria de la historia reciente de este país. Mediante esta, se persigue tumbar una ley que prima la excelencia en vez de la igualdad de oportunidades, que persigue la validez reglada e impuesta a la educación humana y en valores. Wert tiene la execrable responsabilidad de suplantar los principios de la educación y condenar a las generaciones que llegan a un ostracismo educativo que favorecerá a las élites y que hará muy complicado el acceso a la universidad
Noam Chomsky dijo: enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua, sino más bien a ayudar a crecer una flor a su manera.
En la ciudad de Ourense y pese a las condiciones climatológicas que invitavan a guarecerse, hay que decir que la manifestación fue un auténtico éxito. El número de personas que acudieron a la manifestación, el cual desconozco, parecía ingente y de variada procedencia y situación vital. Madres, padres, jóvenes, niños y niñas, además de algunas personas ancianas, se manifestaban coreando proclamas en contra de la situación de la educación, los recortes, la falta de becas y el adoctrinamiento ideológico con que de manera sibilina y subrepticia se engalana esta nueva reforma de la ley educativa.
En España existe un evidente problema de falta de cohesión social que no se afronta, las múltiples leyes educativas que van haciendo remiendo en lo vital y que van cambiando básicamente el currículum oculto del modelo educativo, si se me entiende, son un claro reflejo de esta falta de cohesión. Aquí nadie necesita ser españolizado, lo que es lo mismo coaccionado a adoptar una identidad que no considera única, la cultura y el sentimiento de pertenencia no se transmiten a la fuerza ni a golpe de decreto ley. Lo que mucha gente no entiende es la enorme dificultad por parte de muchas personas, de sentirse orgullosas de ser españolas, cuando esa identidad se pretende anteponer a otras muy válidas que merecen ser respetadas e impulsadas de igual forma. En la variedad está la riqueza, máxime cuando de lo que hablamos es de la cultura y de la identidad de las personas que forman el estado español.
Ahora bien, Wert, el máximo exponente de humildad aquí en la Tierra, parece resignado a llevar a cabo una lucha que ya semeja haber adquirido tintes plenamente personales y que es una lucha contra todos los colectivos educativos, lo que supone una proeza epopéyica en la historia del estado español, tener en contra a todos los colectivos que tienen que ver con la educación y aun así, seguir pensado que las medidas que se van a adoptar respecto a esta, van a ser las más convenientes. Es una postura portentosamente humilde esa de no tener en cuenta la opinión de todas esas personas profesionales de la educación.
En este sentido, la enseñanza ha de ser lo que impulse, promueva y facilite al alumnado hacia un proceso para descubrirse a uno mismo como ser humano, trabajando y aprovechando las habilidades que cada uno tiene y ensalzando las diferencias individuales, que son desde mi punto de vista, la esencia de la vida humana.
Esta reforma impulsada por el ministro Wert, se articula por medio de la modificación parcial de la Ley Orgánica 2/2006, del 3 de mayo de Educación (L.O.E.). La reforma modifica 66 artículos, además suprime y añade algunos cuantos más artículos y apartados. Debido a que esta es una modificación parcial, que utiliza partes del antiguo planteamiento, aparecen múltiples contradicciones entre el nuevo discurso y el antiguo, sobre el que se asienta la nueva ley.
Freire, en su artículo “Lei Wert: a educación a presión” advierte como se puede apreciar ya en el preámbulo de la Ley, una marcada tendencia ideológica e ideologizante que pone el énfasis en la competitividad económica y empresarial, en detrimento de los conocimientos humanistas y de las bases ético-filosóficas. Creía que la máxima de la educación era la mejora de la calidad de vida y de la vida de calidad y ahora me topo con que lo más importante es la promoción de la competitividad de la economía.
Forzosamente, como una indefectible consecuencia, la nueva ley fomenta las clases elitistas dentro y fuera del aula, en el presente y en vistas al futuro. Vigoriza y vivifica el dominio y poder de unos pocos. El tiempo dirá si las escuelas privadas terminan detentando los medios económicos y materiales, al igual que atribuyéndose la enseñanza de mayor calidad.
La implantación de pruebas evaluativas obligatorias y etiquetadoras a lo largo de todo el ciclo educativo, es un sinsentido que segrega a los estudiantes y lastra el futuro de muchos de estos estudiantes que serán etiquetados de no válidos, opino que creado para reducir el número de personas que acceden a la universidad. ¿Cómo se puede banalizar de tal manera a la educación? Pues evidentemente, eliminando la formación ética y de marcado carácter humanista.
El concierto de escuelas que discriminan por sexo, es ya una realidad. Para mi es una certeza que la nueva ley da a los padres un poder ilusorio y peligroso. Pretender que los padres puedan decidir sobre si sus hijos han de desarrollarse tanto social como cognoscitivamente de manera exclusiva con alumnos de su mismo sexo; aludiendo a estudios científicos, de los que existen por lo menos tantos a favor como en contra; es desde mi punto de vista un profundo error y a todas luces peligroso para el desarrollo de los niños. Al mismo tiempo quitará competencias al APA y se elegirá la dirección de manera externa a los centros.
El ministro Wert y sus leales simpatizantes, rápidamente traen a colación la últimamente tan citada Convención de la UNESCO de 1960 para defender que la distinción de alumnos por sexo, no segrega ni discrimina.
Me gustaría subrayar que lo que se refleja en uno de los artículos de dicha convención es que “no hay discriminación en educación siempre que no suponga una desventaja para uno de los sexos”. Pues bien, desde mi punto de vista chicas y chicos tendrían una gran desventaja que sería el no desarrollarse ni socializarse con todos sus coetáneos de ambos sexos en un entorno tan importante como es el de la escuela.
El trasfondo esencial de este discurso es desde muchos puntos de vista un intento por recuperar un sistema vetusto y castizo de corte elitista y altamente adoctrinante.
En este sentido, Freire en su artículo “Lei Wert: a educación a presión”, también alude al peligro de que en unos años puedan aparecer escuelas que segreguen por raza, religión.......
Creo que se puede afirmar de manera contundente, que científicamente hablando, existen al menos tantas evidencias que defiendan la no segregación en el aula como que defiendan lo contrario. No obstante parece que la ley está ahora del lado de la segregación.
“Quod non vetat lex, hoc vetat fieri pudor” (Lo que no prohíbe la ley lo prohíbe la honestidad. Lucio Anneo Séneca.)
Utilizar una convención de hace más de 50 años para justificar la segregación en el aula, relativizando y moldeando al propio antojo lo que dice un artículo de dicha convención es ser retorcido, ladino y sátrapa.
Puede que, como dice Casiodoro: “Quod in inventute non discitur, in matura aetate nescitur” (Lo que no se aprende de joven, se ignora de viejo.), el ministro Wert o no se acuerda o bien nunca ha vivido la enriquecedora experiencia de formarse en el aula con niños y niñas, salvando así las dicotomías absurdas que pretenden separar a las personas por clases.
No menos preocupante es la posición a la que quedan relegadas las lenguas oficiales de las regiones de Galicia, País Vasco y especialmente Cataluña.
Desde mi punto de vista, nuevamente se les da a los padres un poder de decisión que debería de recaer sobre un estado de bases plurales, democráticas y tolerantes. Decidir de una manera visceral y por motivos ideológico-políticos sobre la lengua en que aprenderán sus hijos es un despropósito que abre viejas heridas del tiempo de la posguerra, en el que las lenguas regionales, quedaban sometidas a lo oscuro, relegadas a lo secreto, lo familiar y lo rural.
A ver, ¿Cuál es el motivo de que nuestros estudiantes no tengan derecho de aprender de manera equitativa, en sus dos lenguas maternas cuando las hay?
Creo también, que la formación y educación de nuestra juventud en lo referente a la espiritualidad, sobrepasa con mucho, la capacidad que la conferencia episcopal tiene para dar un conocimiento justo, desprejuiciado, y libre de sesgos de la espiritualidad, el hecho religioso y la historia general de las religiones.
Opino que la enseñanza más valiosa que podemos aprender de esta reforma de la educación, es la imperiosa necesidad vital, de lograr un sistema de enseñanza blindado ante las fluctuaciones políticas. Es una necesidad capital lograr una educación menos maleable en sus bases, que refleje la realidad de nuestra población global haciendo hincapié en los valores éticos más respetuosos y transigentes que una sociedad que se tiene por plural, social y multicultural necesita.
Si no conseguimos esto, tenemos que entender que nuestros jóvenes nunca disfrutarán de un sistema de enseñanza de calidad. De esta manera estamos abocados a un futuro incierto como el presente que ahora estamos viviendo.

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