La villa del Arenteiro acoge en su seno una urbanización privada, fruto de la especulación de los años 70 del pasado siglo, las conocidas como 'Galerías Magariños'. Un complejo de viviendas que dispone de fachada a la calle Mosquera (Rúa do Paseo), y las cuatro comunidades de vecinos que lo integran también disponen de acceso desde la Plaza de Abastos y la calle Margarita Taboada.
Unas 150 personas, la mayoría emigrantes retornados, habitan los inmuebles, delimitados por dos espacios públicos (uno con entrada a garajes subterráneos) y un pasillo en el que existen 20 locales comerciales y que se abre a una plaza con otros cuatro negocios, una cafetería, un 'pub' y un restaurante de comida árabe. El problema: la inseguridad. 'Por aquí non ves pasar un axente da Policía Local, a pesares de que nas fines de semana hai moita xente da movida', indica Cesáreo Fernández, con casi 30 años al frente del 'CJ', el pub mencionado.
El asalto reciente a una frutería y un comercio de modas, el pasado martes, junto al 'portal B' del complejo urbanístico, hizo revivir a otros comerciantes épocas pasadas, 'cando che viñan os drogadictos cun coitelo ou unha xeringa para conseguir cartos', recuerda Marisa Gómez. Los mismos que se 'pinchaban' en los ocultos porches de entrada a las comunidades, 'e nos que agora moitos xóvenes veñen a facer as súas necesidades fisiolóxicas ou a botar un polvo', comenta Luis Estévez.
El alcalde, Carlos Montes, reconoce que 'pode haber certo temor entre os cidadáns que viven nas galerías, nembargantes a plantilla da Policía Local é reducida e cecais non ten a capacidade suficiente para poder atender a certas tarefas de vixiancia diaria, e aínda menos as fines de semana'.
Mientras, un sector de los vecinos de las comunidades de 'Magariños' se plantean la contratación de un servicio privado para garantizar su seguridad y también la de sus negocios.
El asalto reciente a una frutería y un comercio de modas, el pasado martes, junto al 'portal B' del complejo urbanístico, hizo revivir a otros comerciantes épocas pasadas, 'cando che viñan os drogadictos cun coitelo ou unha xeringa para conseguir cartos', recuerda Marisa Gómez. Los mismos que se 'pinchaban' en los ocultos porches de entrada a las comunidades, 'e nos que agora moitos xóvenes veñen a facer as súas necesidades fisiolóxicas ou a botar un polvo', comenta Luis Estévez.
El alcalde, Carlos Montes, reconoce que 'pode haber certo temor entre os cidadáns que viven nas galerías, nembargantes a plantilla da Policía Local é reducida e cecais non ten a capacidade suficiente para poder atender a certas tarefas de vixiancia diaria, e aínda menos as fines de semana'.
Mientras, un sector de los vecinos de las comunidades de 'Magariños' se plantean la contratación de un servicio privado para garantizar su seguridad y también la de sus negocios.
