Abre el plazo para ser revolucionario

Picos, azadones y también doblones Los malos políticos son los que esperan que los tribunales hagan su trabajo. Lo que no consiguen con la fuerza de los votos o la cintura de sus maniobras habrán de hacerlo con las resoluciones judiciales. El Tribunal Constitucional ha censurado (por estrecho margen) un no sé qué de Sánchez en relación al estado de alarma. Lo que de verdad alarma es pensar que un presidente como este tenga mácula, haya algo que ensucie sus trajes de Purificación García. Más abajo, en las calderas del Pedro Botero de la Praza Maior, una jueza descubre que el alcalde fue por letras y que no se enteró muy bien de cómo se administra y fiscaliza el dinero público. Lo único que hizo fue estudiar la contabilidad del Gran Capitán, en picos y azadones, cien mil doblones. Queda mucho recorrido ahí, pocas evidencias de hechos punibles, al menos por ahora, pero las alertas hicieron saltar la banca: Jácome se lo ha llevado crudo, adelanta la oposición. Yo hasta le dejaría la llave de mi casa para que me vaya a regar las plantas, responde el PP. Mientras, el aludido afirma que está dispuesto a colaborar con la Jusiticia, como si pudiese hacer lo contrario. Que haya indicios de malversación es algo muy serio, pero la oposición no debe fiar a que los togados le pillen con el carrito de los helados. El PSOE distribuye estos días en los buzones cartas explicando que están en una campaña de movilización social para que en la Plaza Mayor dejen de brillar las luces de neón del local de carretera en el que se ha convertido la institución para convertirlo en un lugar respetable. Y esperan que nuevamente le ganen la batalla los ciudadanos en la calle, que hagan la de Cuba. Pero en Ourense no hay el hambre isleña ni la orfandad de libertad cronificada allí. Esperan los socialistas que la sociedad que atiborra los cubos de basura con restos de comida se movilice por hambre. Quieren los de Rafa Rodríguez Villarino que la gente se espabile cuando ni ellos se mueven en la misma dirección. Nueve concejales, el doble de teorías tienen. Ni la Justicia cambiará el statu quo municipal antes del 2023, ni la rebelión en la calle a la cubana modificará el reparto de votos. Así el inquilino del Concello haga como Calígula, que nombró cónsul a Incitatus, su caballo. Bueno, lo que viene siendo el PP. Primero, el aliento, y luego el sobaco Ay, los populares, que marcharon del gobierno municipal en septiembre por el mal olor de cierto aliento y ahora que la justicia dice que también le canta el sobaco ellos aprietan un poco más la pinza. Para que no se les caiga de la nariz. Lo de los grilletes Estos días los hosteleros se despiertan sobresaltados porque ven en sueños al conselleiro de Sanidade, Julio Comesaña. Sus tobillos llevan grilletes y sus pies arrastran la pesada bola de la condena del covid. Con el rostro descolorido como ánimas del purgatorio los dueños del bar escudriñan qué toca hoy: terraza al 50% de ocupación, al 30% o quedar a deber. El sector se siente injustamente tratado y la pregunta siempre es la misma: ¿no hay otra forma de detener la pandemia que mirar qué baldosas pueden ser pisadas en la cafetería? Los agravios se multiplican, pero la vista solo se dirige a la barra. A Madrid va el Alvia con el vagón petado y no se ha podido confirmar que durante las cuatro horas de viaje los usuarios hayan contenido la respiración para no contagiarse sin ponerse cianóticos. La sanidad pública monta tinglados de pruebas PCR para acotar contagios y un 55% de los convocados en Ourense, Barbadás, Ribadavia y O Barco deciden que no van, que tienen un plan mejor que ver cómo le meten el palito por la nariz. La campaña de vacunación sigue a gran velocidad pero un porcentaje más alto del deseable y esperado de los convocados deciden hacerse de pronto objetores de la inoculación. Pero la pusilánime administración no pega el bocinazo sobre estos comportamientos en apariencia insolidarios, aunque habrá de todo. Seguro que la hostelería se siente con ello menos perjudicada y con los grilletes más flojos. Queda al doblar el Cabo de Hornos Viajar en tren desde Valdeorras a Ourense o a Vigo se ha vuelto tan duro como doblar el Cabo de Hornos. Una información de este periódico señalaba que hacer el trayecto entre ambos lugares lleva seis horas y media con los nuevos servicios que ha puesto en marcha Renfe. Incluye trayecto y tiempos de espera. Es decir, casi ir y venir a Madrid en el futuro AVE. O viajar en el Avant seis veces hasta A Coruña. En una ocasión, una dama de la nobleza madrileña llegó sudorosa a la agobiante Sevilla y le dijo a la comitiva que le esperaba: "Qué lejos queda Sevilla". Le respondieron: "No, señora, Sevilla está donde tiene que estar; lo que queda lejos es Madrid". La culpa es de Valdeorras, sin duda. Mira tú dónde va a quedar. Al otro lado del Cabo de Hornos. Al poner la lupa Así por los siglos de los siglos, amén Una deliciosa crónica de La Región en el año 1921 contaba las peripecias de construcción de la plaza de abastos. Cien años después, un Padrenestro por las mismas. La reforma del emblemático edificio se está haciendo sin que sus futuros ocupantes sepan qué habrá ahí. ¿Absurdo? En absoluto. Es una intervención municipal, qué esperaban. Con su bocadillo de hormigón adosado a uno de sus laterales aprovechando que Patrimonio está de quiero. El proyecto lleva camino de ser hecho por un arquitecto para que lo vean otros arquitectos. Por los siglos de los siglos. El portafotos Sonia Ogando es concejala de Urbanismo en el Concello de Ourense. Es de los departamentos municipales a cuyas puertas los intereses privados salivan de diferente forma. Ponerse al frente del área comporta tener disciplina férrea. Hay que saber que se si se está a régimen hay que tener cuidado con las golosinas y las cosas que engordan. Recuperó hace días sus competencias, como el resto de sus compañeros. Los marrones del plan de urbanismo estaban esperándole en el mismo cajón. Sonia forma parte de un grupo heterogéneo de concejales populares, la mayoría de muy bajo nivel. No hace falta señalarles, se reivindican a diario en público y en privado. Son, además, propensos a la obediencia y la sumisión, valores confortables en política y que garantizan futuro. La concejala de Urbanismo regresó como se había ido, diciéndole al alcalde por ahí no paso. Jácome se asomó a los medios para decir que había dado órdenes para que en el documento de planeamiento se pusieran un par de ensoñaciones de las suyas. Pero Sonia le señaló el territorio, le salió al quite recordando las competencias delegadas y que los tiempos del ordeno y mando pasaron. Al menos alguien ahí dice hasta aquí podríamos llegar. Por ahora, claro.