Turismo en Ourense

Los alquileres vacacionales se reactivan tras meses de parón

La calle Luna, una de las más habituales para el alquiler de  pisos turísticos.
photo_camera La calle Luna, una de las más habituales para el alquiler de pisos turísticos (XESÚS FARIÑAS).
Los propietarios vuelven a anunciar sus pisos turísticos y hacen pleno para julio y agosto

Los pisos turísticos o vacacionales se convirtieron en algo impensable durante los peores meses de la pandemia. Con las restricciones de movilidad y el ocio en coma, los ingresos para los que alquilan estas viviendas quedaron a cero.

Luz Rosendo es propietaria de un edificio en pleno casco histórico exclusivamente dedicado al alquiler vacacional. Comenzó su proyecto hace dos años porque vio una oportunidad en Ourense poco común: “Desde un principio preparé los tres pisos del edificio para eso, además soy la única que tiene la licencia de turismo y todo en un edificio”, presume. No es para menos, los pisos de alquiler vacacionales generan  problemas habitualmente. Fiestas, maletas que viene y van y el tránsito permanente de desconocidos no gusta a muchas comunidades de vecinos. 

Karina San Esteban es otro ejemplo de este tipo de negocio. Compró un piso solo para ponerlo en alquiler: “Funcionó muy bien desde el principio pero en pandemia todo se paró”, lamenta. Su solución fue cambiar la oferta y alquilarlo mensualmente para sacar algún tipo de beneficio. Dicho y hecho: “Me llegaron muchas ofertas  por Airbnb y decidí aceptar, era la única opción”, lamenta. Ahora, con la nueva normalidad y la reactivación del turismo decidió volver a su idea original: “Aunque da más trabajo, es mucho más rentable”, explica.

Cristian Garza llegó a la ciudad en noviembre y el panorama para encontrar un piso “decente y a buen precio” no era sencillo. Fue así como probó suerte y consiguió que una huésped de Airbnb le dejara instalarse por un pago mensual: “Fue un caso raro porque pensábamos venir solo unos meses y no queríamos un contrato normal, esta fue la mejor opción”, relata. “Ahora lo tenemos que dejar aunque queríamos seguir renovando”, señala. 

Pasar una noche en el casco histórico de la ciudad puede costar entre 50 y 80 euros, unos precios que han devuelto el negocio a los alquileres turísticos. 

El rural gana terreno

Luz Rosendo afirma que “pese a que en un momento los pisos en la ciudad triunfaron, ahora se lleva el rural”, explica. Una situación alentada por la pandemia que la ha llevado a invertir en un nuevo piso en el rural.

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