OURENSE NO TEMPO

Arreador e follateiro

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photo_camera Naceiro e mutilo (patrón y aprendiz). Placa fotográfica original de Augusto Pacheco, cedida por Augusto Guedes

Hoy prácticamente esta en desuso, y si podemos acercarnos a él es gracias a los trabajos que unos pocos investigadores han desarrollado: Ben-cho-shey, Domingo Álvarez, Antón Fidalgo y Olegario Sotelo Blanco son los que conozco.

Hoy prácticamente esta en desuso, y si podemos acercarnos a él es gracias a los trabajos que unos pocos investigadores han desarrollado: Ben-cho-shey, Domingo Álvarez, Antón Fidalgo y Olegario Sotelo Blanco son los que conozco. Hablamos del barallete.

El minifundio tradicional ourensano, permitía “casi” comer en los años buenos; pero en los malos era causa de hambre y pobreza. Ese fue el motivo principal de que muchos jóvenes (y no tan jóvenes, que algunos se jubilaron en el oficio) decidieran “arrancar” al comienzo del invierno e intentar ganar unos “duros” que les permitieran aguantar hasta la siguiente cosecha. Maceda, Nogueira de Ramuin, Cerreda, Parada de Sil, eran algunos de los pueblos que históricamente vivieron estas migraciones. Unos como temporeros del campo, iban a Castilla e incluso a las grandes plantaciones andaluzas, otros con mas “organización” (por la necesaria infraestructura), llevaban sus barquillos y helados por España adelante. Otros solo con sus manos reparaban sillas, lavaban ropa o revendían lo que podían, eran infinidad las “profesiones” de nuestros paisanos. Entre todas ellas la que más llamaba la atención, era la de afilador y paragüero.

Quizás por eso, por ser la más llamativa, siempre se ha asociado al afilador-paragüero con el barallete, cuando realmente, como nos dice Ben-cho-shey: “El barallete es la jerga de los oficios ambulantes de la provincia de Ourense”.

Tradicionalmente el afilador solo necesitaba una rueda de afilar o “tarazana”, un chiflo con el que tocar su soniquete y esfuerzo, aunque si era posible se hacía acompañar de un “mutilo” (aprendiz), que de paso que recogía y entregaba las herramientas para afilar, pedía a los paisanos un pedazo de pan o lo que buenamente le quisieran dar, que nunca era mucho pero permitía engañar al estomago antes de dormir y aumentar los beneficios.

En ocasiones, patrón y aprendiz necesitaban comunicarse entre ellos delante de los clientes sin interesarles que se supiera de que hablaban. Ajustar un precio, avisarse de un peligro o burlarse de algún engreído eran algunas de las causas de esta necesidad, y así nació esta jerga de ambulantes, el barallete. Los entendidos nos dicen que, por nacimiento, su base es el gallego, pero a poco que nos fijemos, encontraremos palabras que fácilmente identificamos con el euskera e incluso el alemán.

Hoy, como introducción de esta tan nuestra jerga, os propongo que recéis este original “Padre Nuestro” en versión Barallete:

"Pros mutilos que caneaban a labroñar, e xirando tiza no Tafeno:

Milcos te ticen; a gaurra nos chegues, e a guchia do xibas te escorromeles! Jalrroume onte a gaurra o naceiro que me boires largueño un caneiro; que o fin do moro pregunta o naceiro: ¿Qué hay que tizar? Caleiros de brote e pinazas de oreto non lle han de faltar. As ánimas benditas llo acrecenten!"

La traducción, al castellano seria esta:

"De los rapaces que iban a trabajar a Portugal (desconozco las razones, pero Tafeno aparece como Portugal, según Domingo Álvarez, y como Diablo según Ben-cho -shey, sin embargo "tafenos" los dos lo traducen por portugueses):

Lobos te coman; a la noche no llegues, y a la puerta del cura te desparrames. Ayer por la noche me dijo mi amo que me dieses un buen pedazo de pan, porque al fin del pueblo, me pregunta el amo: ¿Qué hay de comer? Pedazos de pan y tazas de caldo no le han de faltar. ¡Las ánimas benditas se lo acrecienten!".

Existe una supuesta anécdota relacionada con estos entrañables ourensanos, que confirma que para ellos no existen fronteras: "Durante el recibimiento del embajador español en Pekín (probablemente don Juan Manuel Pereira de Castro, primer embajador español en Oriente a quien su relación con nuestra ciudad le supuso que se le dedicara la actual avenida de Pontevedra), entre el público que se arremolinaba por las calles se escuchó un "carallo", cosa que le sorprendió tanto que pidió a su secretario que buscara al chino que lo había pronunciado. Cuando este fue localizado, se le invitó al hotel donde se alojaba el embajador, y éste le pregunto:

-¿Usted es gallego verdad?

-Sunlle de Orense -respondió este.

-¿Y cómo ha llegado hasta aquí?

-Detrás de la tarazana…"

Casado y con hijos, había echado raíces en el lejano Siam.
 

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