Un cenentar de carrilanas pusieron a prueba sus límites desafiando una vertiginosa cuesta abajo en Viloira (O Barco) durante un campeonato nacional en el que el riesgo, la velocidad, el ingenio y la incercia (no llevan motor) hicieron de la competición todo un espectáculo. En Celanova, rugieron motores con vehículos tuneados.
No hay una carrilana igual, cada una es un mundo. Eso sí, ninguna tiene motor. Un centenar de ellas (y vehículos ligeros) pusieron ayer a prueba sus límites deslizándose por una vertiginosa cuesta abajo de Viloira (O Barco) durante un campeonato nacional, que cumple su cuarta edición, que se convirtió en todo espectáculo dominado por el ingenio, tanto por la destreza de pilotos y participantes como por el diseño de cada uno de estos peculiares vehículos.
Los participantes las sometían a un riguroso control, antes de iniciar la competición, principalmente de los frenos para no descuidar un detalle de la seguridad. Alberto Fernández y Álvaro Echarri, de Navarra, explicaron que nosotros bajamos en carrilanas de tres ruedas. Para ir rápidos y seguros hay que entrenar mucho.
Eneko Jiménez, de Pamplona, se deslizó en golfo (sólo, tumbado y boca abajo). Nos dicen que estamos locos, pero yo no pienso eso, para mí es una forma de vida: deporte, afición, riesgo y juerga, es todo. David Gonda, Noé Teijeiro y David Paz, de la escudería Enemigos do radar de Gondomar (Pontevedra) señalaron que es inercia, hay que saber llevarlas. Los rodamientos y frenos son fundamentales. Armando Sixto, de Narón (A Coruña), acudió con una carrilana artística elaborada con madera y con sus propias manos: dos vacas, un carro y San Isidro al frente (patrón de los labradores): Vengo solo y a escenificar el San Fermín, dijo.
Y Kissy Torres, técnica de Deportes del Concello, dijo que este año la inscripción nos desbordó con 103 participantes.
En Celanova, los coches rugieron durante la primera concentración de tunning en la villa
Mientras, en Celanova se desarrolló la primera concentración de tunning, organizada por la empresa Stellos, donde los motores rugieron y los modelos dejaron al público boquiabierto hasta la madrugada. Es la primera vez y participan 114 vehículos. Hay hasta un Ferrari. Fue un éxito. Hay grupos gallegos, de España y de Portugal, dijo la organizadora, Pepi Valado.
Los participantes las sometían a un riguroso control, antes de iniciar la competición, principalmente de los frenos para no descuidar un detalle de la seguridad. Alberto Fernández y Álvaro Echarri, de Navarra, explicaron que nosotros bajamos en carrilanas de tres ruedas. Para ir rápidos y seguros hay que entrenar mucho.
Eneko Jiménez, de Pamplona, se deslizó en golfo (sólo, tumbado y boca abajo). Nos dicen que estamos locos, pero yo no pienso eso, para mí es una forma de vida: deporte, afición, riesgo y juerga, es todo. David Gonda, Noé Teijeiro y David Paz, de la escudería Enemigos do radar de Gondomar (Pontevedra) señalaron que es inercia, hay que saber llevarlas. Los rodamientos y frenos son fundamentales. Armando Sixto, de Narón (A Coruña), acudió con una carrilana artística elaborada con madera y con sus propias manos: dos vacas, un carro y San Isidro al frente (patrón de los labradores): Vengo solo y a escenificar el San Fermín, dijo.
Y Kissy Torres, técnica de Deportes del Concello, dijo que este año la inscripción nos desbordó con 103 participantes.
En Celanova, los coches rugieron durante la primera concentración de tunning en la villa
Mientras, en Celanova se desarrolló la primera concentración de tunning, organizada por la empresa Stellos, donde los motores rugieron y los modelos dejaron al público boquiabierto hasta la madrugada. Es la primera vez y participan 114 vehículos. Hay hasta un Ferrari. Fue un éxito. Hay grupos gallegos, de España y de Portugal, dijo la organizadora, Pepi Valado.