La ciudad se queda sin latido

La falta de un proyecto para el edificio de la Plaza de Abastos amenaza con convertirlo en un juguete roto si no se actúa. (XESÚS FARIÑAS)
photo_camera La falta de un proyecto para el edificio de la Plaza de Abastos amenaza con convertirlo en un juguete roto si no se actúa. (XESÚS FARIÑAS)
El oscuro futuro que se cierne sobre la Plaza de Abastos amenaza con dar el golpe definitivo al corazón de Ourense: la vieja cárcel se cae a pedazos, los recursos de ocio y termales de As Burgas no funcionan y el Casco Vello se deteriora a pasos agigantados

Nadie duda de que el Casco Vello, As Burgas y todo su entorno deberían ser la carta de presentación y una de las postales de la ciudad de Ourense hacia el exterior, un auténtico reclamo turístico y un pulmón económico. Sin embargo, la realidad es otra y, lejos de mejorar, la zona se encuentra con cada vez más problemas que amenazan con dar el golpe definitivo al corazón de la tercera urbe de Galicia, cuyo latido ya era débil.

El último achaque conocido es el dudoso futuro que se atisba para la Plaza de Abastos, cuya esperada rehabilitación puede acabar convirtiéndose en una auténtica pesadilla si desde el Concello no dan los pasos necesarios para sacar el máximo partido posible a un edificio que -siempre que no haya nuevos retrasos- quedará inmaculado en junio en lo que a su estructura se refiere, pero sin contenido alguno para sacarle provecho.

Solo con darse un paseo por los alrededores del inmueble ahora bañado por andamios, hay ejemplos de sobra de lo que la administración local no debería permitir que sucediese y que el propio alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, reconoció que está pasando: la ausencia de un proyecto claro para explotar el mercado que a día de hoy ni siquiera está diseñado más allá de las ideas de garantizar la accesibilidad, un reparto de puestos que cumpla las expectativas de los comerciantes y un entorno y rianxo a la altura del siglo XXI.

Esa falta de clarividencia y anticipación para tener todo planificado y, una vez termine la reforma, poder desarrollar el contenido hace resucitar los peores fantasmas que, a escasos metros, habitan desde hace años en el solar de Xardín das Burgas o en la antigua prisión provincial y, más recientemente, en todo el complejo de ocio de As Burgas y la zona sur del Casco Vello. Todo ello mientras uno de los parques públicos más característicos de la ciudad como la Alameda va ya camino de cinco años sin estar a disposición de los vecinos.

Ruinas

Cerrada desde hace casi 35 años, la antigua prisión provincial de la rúa Progreso ha suscitado infinidad de ideas para reciclarla desde entonces, pero todas ellas han ido cayendo al cajón del olvido mientras el deterioro del edificio se hace cada vez más notorio obligando a apuntalar su estructura para evitar la caída de cascotes. Una escuela de teatro, un centro balneario y más recientemente la sede de la Uned o de la Diputación son algunos de los proyectos que se han pensado.

Las apuestas termales han sido recurrentes para este inmueble por su ubicación junto al área de As Burgas, cuya parcela situada en las traseras de la prisión y enfrente de la Plaza de Abastos se concibió para albergar un gran complejo hotelero que a punto estuvo de secar los manantiales. Conflictos urbanísticos por la propiedad del suelo, la anulación del planeamiento y otros avatares burocráticos han convertido todo ese terreno que debía ser un generador económico en algo donde solo se ve la vegetación campando a sus anchas.

Atasco

Al otro lado del Puente Murallón, ya adentrándose en el barrio histórico, la piscina termal de As Burgas no ha vuelto a abrir desde que se produjese el estallido de la pandemia hace ahora casi dos años. La imagen del recinto vacío supone un “shock” para los turistas al que los ourensanos tampoco terminan de acostumbrarse, pese a que los plazos que se manejan en la Concejalía de Termalismo no permiten pensar en una cercana apertura, dado que ni siquiera se han licitado las obras necesarias para la adaptación a la nueva ley.

Sin la piscina, el complejo de ocio planificado en su día para As Burgas se ha quedado ya sin ninguna pieza del puzle más allá de la oficina informativa del centro de interpretación, ya que nunca se han abierto los apartamentos turísticos construidos ni se ha abierto una cafetería y una tienda de merchandising, cuya gestión se pretendía licitar de manera integral.

Deterioro

En los últimos años, tampoco se ha conseguido frenar el declive de la zona sur del Casco Vello, víctima tanto del abandono de edificios ahora en ruina o como por convertirse sus fachadas en un mural al aire libre para los vándalos que realizan allí sus pintadas.

Tímidas apuestas por la rehabilitación inmobiliaria para tratar de conseguir nuevos vecinos no han logrado que esta área de la zona histórica tenga el mismo empuje que la que está al otro lado de la Praza Maior, donde se concentra la actividad comercial y hostelera. La inseguridad provocada también desde la bajada de bolardos, que ha provocado que las calles en teoría peatonales se llenen de vehículos no ayuda tampoco a insuflar oxígeno a una de las arterias del corazón de una ciudad como Ourense, que ve como poco a poco se va agotando su latido. El nublado horizonte que asoma tras la Plaza de Abastos puede ser su estocada definitiva si no se dan los pasos adecuados para evitarlo. 

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