El 2 de noviembre se celebra el Día Mundial del relojero y también joyero, un oficio que tiende a perderse en la actual era digital y en los tiempos en los que los avances tecnológicos y la Inteligencia Artificial resta a esos oficios artesanales de toda la vida.
Son muchos los que se han criado viendo a sus padres siempre con un reloj en la muñeca, dando cuerda a esa rosca infinita o luciendo relojes en las fechas señaladas, a veces hasta a juego con la camisa o corbata. Aquellos relojes fabricados a través de la dedicación y la meticulosidad por profesionales artesanos, un trabajo costoso que se ha ido perdiendo o sustituyendo por dispositivos digitales.
Tanto la profesión como los relojes actuales han evolucionado como concepto. Lo normal ahora es que mucha gente cuente con su reloj digital que hace tantas cosas que parece que la menos relevante de sus funciones sea dar la hora. El debate gira en torno a si sobrevivirá un reloj tradicional de cuerda, de pared o de muñeca o si los relojes analógicos recibirán la estocada final de la tecnología más pronto que tarde.
En Ourense, algunos de esos relojes de siempre siguen marcando las horas y atrayendo las miradas de los vecinos. Uno es el de la torre de la Catedral de Ourense, en la puerta que da a la Plaza del Trigo. El tiempo es lo único tan importante en el mundo que es incalculable, y sobre todo irrepetible.
Los relojes que seguirán ahí
Es cierto que el paso del tiempo es imparable y, con ello, los cambios que traiga consigo. Pero hay unos relojes que siempre seguirán ahí: aquellos como el de la torre de la fachada sur de la Catedral de Ourense, del siglo XVI, que forma parte de esta construcción dedicada a San Martín y que completa uno de los monumentos más importantes de la ciudad.
¡Pero son muchos más los relojes emblemáticos que poseemos en Ourense!
Como la Torre del reloj de Cea que es independiente de otra construcción, no está unida a un ayuntamiento o una catedral, y en su base se plantan cuatro fuentes por las que fluye el agua sin cesar como si de una hilada metáfora se tratase.
La historia de esta torre de reloj, cumplía una importante labor social en Cea, de ahí que esté situado justo en el medio de la plaza, y no en otro lugar. Se erigió allí para ayudar a los panaderos y panaderas del siglo pasado. Les ayudaba a calcular los tiempos de horneado, o de levedado del pan. Acompañándolos así durante toda la noche y quién sabe, de no ser por este reloj, el pan de Cea tal vez no se habría convertido en "El Pan de Cea".
¿Y el paradójico caso del reloj del Ayuntamiento de Maside? Que es el reloj de manufacturación gallega más antiguo de Galicia, que data del año 1732 y cuyas piezas han quedado petrificadas por el paso de los años, como si quisiese enseñarnos una lección.
O la torre del reloj de Pobra de Trives, que fue construida entre finales del s.XIV y principios del XV. ¿Sabíais que la demolieron en 1920? Pues los vecinos, que la echaban de menos las campanas y mirar la hora allí, ¡la volvieron a construir!
El verdadero valor: el tiempo
Los tiempos seguirán cambiando, así como nosotros mismos y nuestra historia. Pero hoy, de momento, seguiremos levantando la vista para ver esos icónicos relojes que son símbolo en tantas ciudades y en su Día Mundial, rendir homenaje a todos esos maestros artesanos que intentaron capturar el tiempo en sus manos, y nos lo ofrecían convertido en relojes.
