Luis G.G., natural de Ribadavia, es el único sospechoso de degollar a su padre y luego robarle

Un imputado por parricidio acepta prolongar su reclusión

Luis G. G. a su llegada ayer al Juzgado de Ribadavia.
Luis G.G., de 44 años y en prisión preventiva desde junio de 2008 como presunto autor de la muerte de su padre, compareció ayer ante el Juzgado de Ribadavia, donde el Ministerio Fiscal propuso prorrogar su estancia en prisión en tanto que están a punto de agotarse los dos años que la ley contempla para que un imputado permanezca preventivamente en la cárcel sin que un juez acuerde, vía auto, prolongar la estancia hasta la celebración del juicio, que se celebrará bajo la fórmula del jurado popular.
El imputado no se opuso a la petición del Ministerio Público, y mostró su conformidad. Actualmente estaría siguiendo un tratamiento de desintoxicación.

Luis G.G. está imputado por un delito de homicidio -castigado con penas de prisión que van de los 10 a los 15 años- en el que concurre la agravante de parentesco. El 7 de junio de 2008, en torno a las 8.30 horas, el imputado subió, presuntamente, al domicilio de sus padres en la calle Muñoz Calero de Ribadavia, con la intención de coger dinero.

A punta de navaja, exigió a su padre, que en ese momento permanecía en la cama, que le entregase el dinero en metálico que guardaba en una caja de caudales. Ante la negativa del progenitor, Luis G.G. se abalanzó por la espalda sobre él, le anudó una servilleta al cuello y con el cuchillo que portaba finalmente lo degolló. A continuación, se habría hecho con una cantidad de dinero indeterminada que, en efecto, su padre guardaba.

En su primera declaración, en junio de 2008, el imputado sostuvo que la noche anterior había estado consumiendo cocaína continuadamente, incluso inyectándosela en vena, y que como consecuencia de haber ingerido drogas, no se acordaba de nada. Lo que incluía el hecho de haber acabado, supuestamente, con la vida de su padre.

En esa fase de la instrucción, la defensa había solicitado la puesta en libertad del mismo por cuanto el estado en el que lo había sumido el consumo de drogas lo eximía de responsabilidad criminal.

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