El amarillo inunda ya los montes de la provincia. Miles de flores de mimosa se mecen al viento… y, en cada una de ellas, las semillas de una invasión. "Prácticamente todas las flores van a producir frutos, y estos frutos cargan semillas, que se dispersan", explica Luis González, profesor de Biología vegetal y Ciencias del Suelo de la UVigo. Los pétalos brillantes preludian un nuevo ciclo reproductivo de una especie invasora que también se reproduce de forma vegetativa, a través de sus propias raíces.
Originarias de Australia, las mimosas -o Acacia Dealbata- son una de las plantas exóticas invasoras más habituales de Galicia, y están especialmente extendidas en Ourense. Según el cuarto Inventario Forestal Nacional -el último realizado hasta la fecha-, las acacias ocupan en la provincia 1.790 hectáreas, lo que supone un 0,6% de la superficie total del suelo. La Ley de Montes gallega prohíbe plantarla, pero su presencia sigue incrementándose.
El problema con estos árboles invasores es que perjudican la biodiversidad en la provincia, ya que compiten por los recursos mejor que las variedades autóctonas. Donde crecen las mimosas, dicho de otra manera, no crece nada más, lo que arroja una sombra sobre una alfombra de flores amarillas que muchos consideran bonita y que ha sorprendido a bastantes ourensanos por llegar a finales de enero.
"No es algo excepcional; la floración de las mimosas este año entra dentro de los rangos de variaciones normales de las estaciones, y está relacionado con las variaciones de luz y temperatura", detalla González. Por otro lado -destaca- es cierto que la pronta llegada de las flores puede ser un reflejo del cambio climático. "Faltan registros para afirmarlo rotundamente, pero sí, estamos viendo síntomas de calentamiento global en las acacias y otros seres vivos", apunta.
Mientras ven cada vez más manchas amarillas en el monte, los comuneros, las asociaciones ecologistas y los propietarios de terrenos fruncen el ceño. Por el momento, no hay un plan público específico para luchar contra esta invasión silenciosa.
Hace unas semanas, el conselleiro de Medio Rural, José González, invocaba el Plan Forestal de la Xunta y recordaba que en él se recoge la intención de actuar sobre 1.000 hectáreas de acacias, pero desde la consellería confirman que todavía no hay plazos establecidos ni se han detallado las zonas o las parcelas de actuación.
