REPORTAJE

Jensen se queda solo

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photo_camera Michael Jensen, ayer en su videoclub de la plaza Paz Nóvoa con un carro lleno de películas.

El Galaxia cierra sus puertas a final de mes. Se convertirá así en un videoclub más que echa la persiana. "Esto no tiene futuro", explican allí. En este escenario, el de Paz Nóvoa se queda solo en la ciudad, con sus 23.000 películas. 

Igual que la curiosidad mató al gato, la piratería, aseguran desde el sector, ha dejado en los huesos a los videoclubs. Con el cierre a final de agosto del Galaxia, en la rúa da Saínza, el de Paz Nóvoa – conocido en tiempos como videoclub Parque– va a quedarse como el único negocio de este tipo en Ourense. Es verdad que en otros puntos de la ciudad continúan vendiéndose películas –caso de Hollywood Lagunas, en la rúa Noriega Varela–, pero son modelos de negocio con varias fuentes de ingreso. El de Paz Nóvoa es un videoclub de la vieja escuela.

Michael Jensen, gallego con padre danés, sabe que se va a quedar solo, que se va a convertir en el último mohicano. Y le desagrada. "Es una desgracia. Este es de los primeros que se abrió en la ciudad, yo lo adquirí en el 2009. Recuerdo que antes, cuando el bum, cada barrio tenía un videoclub. Tenga claro que si cierra uno es malo para todos", detalla, con la voz baja, con un punto de nostalgia, la mirada perdida.

¿Cómo se ha podido llegar a esto? "Muy fácil, la piratería. Si puedes ver las películas gratis para qué vas a pagar. Sería otra cosa si la Administración nos defendiese. Pagamos impuestos, recibimos sus inspecciones... Pero no nos defiende".

La Administración, ese león dormido al que es mejor no despertar. "Un día recibí una inspección de Cultura, se fijó en si tenía los códigos (del Ministerio). Le dije que buscara en el top manta o en las páginas web. Me vino con una película que yo había comprado en Inglaterra y como no tenía el sello me abrió un parte y me puso una multa de 1.200 euros. Llegué a ir a juicio, en Madrid. ¿Cómo acabó? Pagando los 1.200 euros".

El comecio de Jensen es como un lugar de culto. Allí duermen 22.880 películas. "Las tenemos de Italia, de Francia, de Inglaterra... Tenemos cine de autor, cine independiente, estrenos, series... Pero tener una clientela fiel, cinéfila, que quiere ver cine de calidad no es suficiente. Somos poquitos", remarca.

Uno de su clientes, militante, es Jorge Rodríguez, que entra con sus dos hijos. "Me considero un adicto, la única forma para que esto siga vivo es que los que venimos no dejemos de hacerlo". Jensen abre todos los días. De 12,00 a 14,00 y de 17,00 a 23,00 horas. Tiene cajeros fuera, pero apagados. "¿Cómo luchar contra algo gratis? La Administración no nos defiende. Pronto seremos historia".

El Galaxia echa el cierre

El Galaxia protagoniza un nuevo cierre de videoclub. Antes fue el Vitels, en O Couto. Aún queda allí una pizarra en el suelo con las bondades de la cultura. Junto a la puerta, una reproducción de una entrada del concierto de Strenos Rock Band en Piñor. En el escaparate, caratulas de películas pero también relojes y collares.

"Cerramos porque esto no tiene futuro, va claramente a menos. No es una crisis que puedas remontar", remarca la encargada del Galaxia. "Internet, la piratería... Aquí llegamos a trabajar siete personas (allá por principio de siglo, cuando abrió). Es una pena, tantos años...".

Araújo hace memoria

Lejos quedan los buenos tiempos. Los recuerda José Araújo, actual concejal de Infraestructuras del Concello de Ourense. "Yo llegué a tener tres, uno en A Ponte, otro en Valle Inclán y un tercero en la plaza del Couto. En su momento fuimos los primeros en Galicia en instalar los cajeros –que permitían alquilar películas a cualquier hora del dia–. Aquello fue tremendo, había una barbaridad de clientes, Apareció la piratería, la oferta se hizo excesiva y se acabó". 

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