Secretaria de Movimientos Sociales y Juventud del PSOE Europa

María López Muradás: ‘Poner una urna para recoger sólo unos cinco o seis votos no me parece lógico’

La ourensana María López Muradás, secretaria de Movimientos Sociales y Juventud en el PSOE Europa, es una infatigable defensora de los derechos de los emigrantes. Muradás apuesta por acercar la Administración a los centros y a los jóvenes. Y no ve ‘lógico’ instalar una urna para ‘cinco o seis votos’ emigrantes.
¿Cree que existe una falta de conexión entre los movimientos políticos y los emigrantes? Sí. En Toulouse no, porque aquí ha habido mucho descendiente del exilio, y los que llegaron en los años 50 y 60 empujados por las necesidades económicas, como mis padres, se han ido involucrando. Pero en otros países creo que no existe esta relación, por ello tenemos que intentar acercarnos a ellos.
Su departamento también apuesta por la juventud...
Y no tan jóvenes. En Francia hay mucha gente de mi generación que ha nacido aquí, que han recuperado su nacionalidad española pero poco más. Nos queda mucho trabajo de fondo para hacer con ellos, informándoles sobre sus derechos, su cultura de origen. Los jóvenes esperan más comunicación e información por nuestra parte. Nuestro trabajo va a ser acercarnos a ellos para darles a conocer la España de hoy. Ellos conocen la de las vacaciones, o la de sus padres y abuelos, que no es la España real.
En este sentido, recientemente los jóvenes gallegos asistentes al I Congreso para descendientes en Europa también acusaron a la Xunta de no conocer su realidad, sus problemas y preocupaciones.
Es que la Administración española tiene que hacer también el camino inverso e informarse más sobre estos jóvenes. Nosotros ofrecemos la posibilidad de trabajar de forma conjunta con la Administración y los representantes de los jóvenes. Hay que dar a conocer que los problemas de los descendientes en Europa no son los mismos que los que viven en España. Ahí es donde podemos jugar un papel de intermediarios entre ambos.
Sin embargo, la juventud es uno de los sectores más desvinculados de España. ¿Cómo van a acercarse a ellos? Escuchándoles, dialogando y estando cerca de ellos. Si no contamos con ellos, ni escuchamos sus necesidades no se van a incorporar al mundo asociati vo. Esa cercanía va a ser fundamental para obtener resultados. Ese trabajo de base no se realizó hasta ahora y tenemos que ser muy abiertos a sus propuestas y necesidades y escucharles, que es una palabra muy difícil de realizar.
La clase política española vive inmersa en un enfrentamiento para que los emigrantes puedan votar en urna en las próximas elecciones autonómicas gallegas. Desde su experiencia como emigrante, ¿cómo ve este sistema? Creo que la efectividad de este sistema depende de dónde se ponga en marcha. Creo que puede ser útil en países que concentran a muchos emigrantes o en ciudades con un colectivo muy importante, como Buenos Aires o París, pero ese no es el caso más común en Europa. En Toulouse la colonia está muy dispersa, poner una urna donde sólo se van a recoger cinco o seis votos no me parece lógico.
Entonces tampoco estará de acuerdo en implantar urnas en centros y asociaciones.
Veo muy difícil que los centros puedan acoger el voto en un futuro. De hecho, existe un gran número de entidades que no tienen local. Además, creo que este sistema no serviría para dotar al voto emigrante de mayor transparencia, sino que levantaría más sospechas en España. Sigo apostando por el voto por correo, que es un sistema que ha funcionado bastante bien hasta ahora, pero creo que ya es hora de ponerse al día en las posibilidades que ofrece internet.
¿Y en los Consejos de residentes españoles? Son muy importantes, pero en Francia no se han elegido y no están funcionando. Esperamos que el Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior impulse este órgano y aclare sus atribuciones. Pero está claro que para poder funcionar hace falta dinero, y ahora hay muy poco. Con lo que tene mos apenas podemos dar a conocer los derechos de los españoles en el exterior y animar a nuestros conciudadanos a luchar por conservarlos.
¿Cómo está el movimiento asociativo en Francia? De capa caída, porque está muy envejecido. La gente de mi edad, de la segunda generación, no toma el relevo. La gente mayor que dirige los centros sólo ofrece alternativas de ocio para mayores, pero hay que proponer cosas que interesen a la segunda y tercera generación. Es hora de coger el relevo. Yo lo hice en la Casa de Galicia, y ahora hacemos actividades culturales, un festival de poesía, emisiones de radio, traducciones de libros del gallego al francés... A la primera generación se lo debemos todo, pero es necesario, imprescindible, un relevo.
Entonces, ¿hijos y nietos están desvinculados? Hay de todo. Dicen que son gallegos, pero muchos sólo lo son de boquilla. Me gustaría que se implicasen más y propusieran actividades. Sin embargo, tengo esperanzas porque aunque los jóvenes con 20 años apenas van a los centros, he comprobado que a partir de los 30 años muchos vuelven en busca de su cultura de origen.
¿Le ha resultado difícil mantener esos vínculos? Yo llegué a Francia con 13 años. Yo ya era gallega. A mis hijos les ha resultado más fácil sentirse gallegos, pero los que nacieron aquí, y a los que son fruto de matrimonios de dos nacionalidades les ha sido muy difícil. La gente se acerca más a los centros cuando trabajamos en colaboración con las administraciones culturales francesas. Pero este sentirse gallego es fruto de un esfuerzo importante.

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