La ciudad de As Burgas, un lugar inhóspito para los peatones. Es el pensamiento casi unánime de los arquitectos ourensanos. "El último PXOM cayó por sentencias judiciales y llevamos muchos años con un modelo de ciudad del 86, totalmente anticuado", denuncia la arquitecta Elvira Carregado, quien llama a preguntarnos la razón por la cual "pudiendo atravesarse Ourense en 20 minutos, la gente va tanto en coche".
La también arquitecta Paula Feijoo añade que "es urgente poner impedimentos al tráfico rodado para que no atraviese el casco urbano", y lamenta "tantos años de idas y venidas", porque "habría que seguir un plan global y no cambiar cada catro años en función de quién gobierne".
Otra de las reivindicaciones es atajar la densidad de tráfico de la calle del Progreso, conexión entre norte y sur de la ciudad: "Debería ser casi peatonal", denuncia Carregado. "Se prioriza a los coches. Ahora incluso los hay en el casco histórico al haber levantado el Concello los bolardos sin instalar otro mecanismo de control", añade.
Carregado recuerda como ejemplo una anécdota de los últimos días, cuando paseaba por una calle peatonal "y las madres les decían a los niños que caminaban hacia el colegio que tuvieran cuidado porque pasaban en coche compañeros de su clase. Eran ellos, no los conductores, quienes debían tener precaución".
Sobre la transformación de la ciudad, subraya el arquitecto Pablo López Prol que "no es algo que no haya hecho nadie antes, vamos sobre seguro. Pero enseguida se pone el grito en el cielo ante los cambios. También se quejó la gente cuando se volvió peatonal la calle del Paseo, y ya vemos cuánto ha mejorado, basta con comparar las fachadas de esta calle con las del Progreso, dañadas por la polución". El arquitecto subraya cómo "no se trata de prohibir los coches, pero sí de usarlos cada vez menos, siendo, además, la principal causa de ruidos. Hay ejemplos de urbes europeas que casi han extinguido su uso en el centro. Pero actualmente con la calle Concordia y su peatonalización se está viendo cómo a mucha gente le molesta, cuando va a ser algo positivo".
Plan de movilidad
Ya existe una hoja de ruta. El año pasado, Emma Noriega y Paula Feijoo redactaron un Plan de Movilidad para la ciudad que aún no se ha materializado con ninguna acción desde el Concello: "Cuando además fue muy laborioso, resultado del consenso de asociaciones de vecinos, partidos políticos, Cogami, la Policía, el servicio de autobuses, Amigos da Terra... ", lamentan.
Noriega y Feijoo recalcan también cómo el transporte público es esencial para la movilidad de los ciudadanos: "Los accesos en autobús a la zona universitaria, los polígonos industriales limítrofes o el CHUO están lastrados por problemas en los horarios", matizan.
"Si Pontevedra lo consiguió, por qué no nosotros", es el pensamiento recurrente entre los arquitectos. "Las ciudades son para usarlas, no para pasar por ellas", añade Carregado. Feijoo considera a Pontevedra "un claro ejemplo de lo que quiere la gente. Una ciudad con mucho espacio para el peatón y poco para los coches".
Además, en Ourense el porcentaje de zonas verdes es deficitario: "Está muy lejos de lo necesario y sobre todo de los valores europeos. Deberían encadenarse unos espacios verdes con otros, y pasear por la ciudad sin salir de ellos. Los espacios tradicionales de siempre, como San Lázaro o la Alameda, quedan muy escasos y están aislados. En los últimos años lo mejor que se ha hecho es el acondicionamiento del paseo del río y los parques del Barbaña y de Montealegre", recalca Carregado.
En cuanto a las zonas verdes de los alrededores, López reivindica que "se deberían mejorar los accesos al parque de Montealegre y a los espacios abiertos de rúa da Canle. Son espacios que están cerca pero no se usan casi nada porque están poco conectadas con la ciudad. También el paseo de Mende o la zona universitaria son muy bonitas pero al estar atravesadas por grandes vías de vehículos no se utilizan tanto".
El contexto actual pone de manifiesto las carencias: "Necesitamos distancia social y hay calles con aceras de un metro", concluye Noriega.
