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Mila Marchetti, la mujer hallada muerta en torno a la una y media de la madrugada del pasado domingo entre la basura en la planta de transferencia de residuos de Carballiño, pidió ayuda horas antes, sobre las 13,00 horas del sábado, a los hosteleros de dos bares de la avenida del Balneario.
Primeramente, entró en el Bar San Cristóbal. “Pediunos axuda e atravesou o local e foi ata a entrada da cociña”, explicaba el propietario. Su mujer corroboraba la versión, señalando que: “Estaba muy nerviosa y como mareada, decía que necesitaba ayuda y le dijimos que llamara a la Policía al verla tan alterada pero contestó que no y escapó, entrando en el bar de enfrente”. Ambos confirman que vestía un pijama rosa de Hello Kitty y un chubasquero con la capucha subida. “No la conocíamos de nada”, matizaron.
La hostelera del bar de la Estación de Autobuses explicaba que “tenía mucho miedo” y que decía: “Necesito ayuda, quieren matarme”. También señalaba la hostelera que andaba buscando a su hija, “que se había ido de casa sin su móvil y sus cosas” y añadía: “Tenía hambre pero que no llevaba dinero, asi que la invitamos a un café”. Sin embargo, al igual que en el otro establecimiento, cuando se ofreció a llamar a la Policía dijo que no y se marchó.
El pasado lunes, tres agentes tomaron declaración a la hostelera al mismo tiempo que revisaron las cámaras de seguridad del local, en donde se podía ver la estancia de Mila Marchetti en el interior del bar.
Sucedió minutos antes de que fuera sorprendida por la Guardia Civil de Tráfico caminando por la autovía, que al verla tan alterada, llamó a una ambulancia y la llevaron al PAC de Carballiño, en donde permaneció acompañada por los agentes hasta que se tranquilizó.
La Guardia Civil continúa las investigaciones, revisando los contenedores en la calle y las cámaras de seguridad de distintos locales.
El suegro de la fallecida, el propietario del club Ninfa’s de Maside, Aquilino González, asegura que no era la primera vez que hablaba de muerte. “Últimamente solo hablaba de morir y mandaba cerrar la puerta porque había guerra e iban a venir a por ella y su hija de 20 años porque eran más morenas. La pobre no estaba nada bien desde hace meses”, aseguró el suegro a este diario.
Pero la pregunta del millón, ¿cómo llegó Mila Marchetti a un contenedor del centro urbano de Carballiño?, es la clave del caso porque a partir de ahí se confirmaría la muerte homicida o accidental. González sostiene que esa misma pregunta se la trasladó a la Guardia Civil cuando acudió al club a tomarle declaración. “Me dijeron que se pudo desnucar si se tiró al contenedor”, relata.
La muerte de Mila ha dejado muy tocado a su marido, según asegura el padre de éste: “Mi hijo estaba loco por ella, se habían casado hacía una semana tras dos años de relación y ambos trabajaban en el club como camareros”, asegura. El viudo, explica Aquilino González, está abatido: “Está muy mal el chaval, tan siquiera come”.
Tanto el marido como el suegro, asegura este último, estaban en el club en la noche del sábado, cuando supuestamente murió la víctima. “Mi hijo estuvo aquí entre las 17,40 del sábado y las 05,15 del domingo, mientras que yo vivo en el club”, explicaba ayer.
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