La compañía lusa Musicalmente de Paulo Lameiro conquistó a grandes y pequeños en el concierto para bebés (para niños de 0 a 5 años) que ofreció en Ourense dentro de la Semana da Lactancia Materna que organiza el Concello.
Eran las cinco. En los pasillos del Conservatorio se oía el murmullo de las voces de los padres y sus bebés -60 en total- que esperaban impacientes el inicio del concierto de Paulo Lameiro. Puntual y acompañado por Cristina e Isabel (voces) e Inesa (bailarina), se unió a ellos para que los niños se fuesen familiarizando con los músicos. Pasados diez minutos, anunció el inicio del espectáculo: Saludos niños, papás, abuelos, tíos y hermanos -se oye la risa de algún pequeño-. Buenas tardes, vamos a escuchar un concierto en una sala especial. No manipulen a los bebés. Si lloran no pasa nada. Ningún bebé estropea un concierto.
Una vez sentados los padres con sus hijos sobre cojines de colores que rodeaban el escenario, la acordeonista (Helia), los dos saxofinistas (Alberto y José) y el clarinetista (Nuno) aparecieron por las cuatro esquinas del escenario tocando y se unieron a la bailarina (ballet clásico) y a las voces, entre ellas la de Paulo Lameiro. De pie, bailando o sentados, intepretaron sin parar 29 temas de música clásica, tradicional y jazz, mientras iban jugando y llamando la atención de los más pequeños, quienes pudieron ver de cerca e incluso tocar los instrumentos mientras sonaban. Permanecieron todo el tiempo con la boca abierta y observando el espectáculo con mucha curiosidad, excepto alguno que se durmió y el más travieso de todos, que no aguantó sentado.
Una vez sentados los padres con sus hijos sobre cojines de colores que rodeaban el escenario, la acordeonista (Helia), los dos saxofinistas (Alberto y José) y el clarinetista (Nuno) aparecieron por las cuatro esquinas del escenario tocando y se unieron a la bailarina (ballet clásico) y a las voces, entre ellas la de Paulo Lameiro. De pie, bailando o sentados, intepretaron sin parar 29 temas de música clásica, tradicional y jazz, mientras iban jugando y llamando la atención de los más pequeños, quienes pudieron ver de cerca e incluso tocar los instrumentos mientras sonaban. Permanecieron todo el tiempo con la boca abierta y observando el espectáculo con mucha curiosidad, excepto alguno que se durmió y el más travieso de todos, que no aguantó sentado.
