CRÓNICA

Coronavirus en Ourense | Ni en esta crisis queremos patatas fritas sin sal

Vista inusual el Paseo casi sin gente (MARTIÑO PINAL).
photo_camera Vista inusual el Paseo casi sin gente (MARTIÑO PINAL).
Mañana de recados en Ourense. Con los bares cerrados.

Cerrar los bares ha sido la única forma que ha logrado armar el Estado para lograr que mis amigos de Ourense dejen de salir un sábado desde la Selectividad de 2006. En contraprestación han planteado un botellón por skype. En paralelo, el coronavirus también ha convertido en tascas las farmacias. Allí la gente habla un rato mientras se suceden las compras compulsivas. El ritmo recuerda a Zara en rebajas: y una del Voltarén. Y la pomada. Y las tabletas. "Tes caramelos Manolo?". Manolo asiente pero las grajeas caen igual en el bolso. "E mascarillas tedes?". El farmacéutico niega con la cabeza. "Pois mañá vimos outra vez. En casa non temos a nadie que nos axude".  Tampoco hay alcohol, ni desinfectante. Ni termómetros."La semana pasada todo eran coñitas y memes aquí", explica el farmacéutico. "Pero ahora cada uno quiere salvarse el culo", remacha su colega de mostrador. 

Ya es mediodía, y quedan dos horas para que una filtración nos diga que nos restan 16 horas de libre circulación. El kiosco Anita exhibe buen ritmo de clientes. Una mujer llega y pide unos pasatiempos. "De esos autodefinidos". Llega otro.  

-¿La Región?

-No

-¿La Voz?

-No

-Pues el Faro. ¿Cuánto vale?

Mientras agarra la cartera llega otra mujer. "¿La Región?". Negativa. "¿La Voz?". Negativa. "Es que quería un periódico local por lo del coronavirus". Parece un anuncio para mis jefes, pero prometo que no. La siguiente es todavía más expeditiva: 

-¿No hay periódico de aquí?

-No. 

-Pues dame la Mia. 

Cruzando Celso Emilio Ferreiro se vende pan y empanadas a buen ritmo. En el negocio contiguo, rodaballos. "Nos quedan bolsas para una semana. La empresa que las distribuyen está cerrada. Después....". Su compañera en la pescadería interviene y mete la cuña de Greta Thunberg: "Así que vengan todos con sus bolsas. O tarteras". El pescadero retoma el discurso. Incide en la necesidad de los pequeños gestos, de cuidarse. Recuerda al tono de Vicente del Bosque en el anuncio de Danacol. Roza los aplausos de su clientela. Luego prosigue. Baja el tono, confidencial: "Pero esto del coronavirus siempre existió. Luego vendrán otras enfermedades. Ya veréis". Cambio y corto.  

En la carnicería de enfrente hay cola. Dentro solo pueden estar cinco personas. La avenida de Buenos Aires, la verdad, luce a las doce y media de la mañana casi como cualquier día. No se ven mascarillas. Los recados mantienen el pulso de los barrios. Al pasar a la zona vieja es cuando se aprecia el cambio. Sin bares, sin tiendas. Sin coches en el carga y descarga. Sin bolardos. Qué hábil el alcalde Jácome con la elección del momento para suprimirlos. A los carteles de rebajas de las tiendas les falta el contexto que le sobra ahora a un político como él. 


Sábados que son domingos


El sábado del Paseo parece un domingo del Paseo. Es la una de la tarde, no hay tiendas abiertas y cruzan personas a cuentagotas. Un tipo toca "What a wonderful world". La escena recuerda a una película de esas que se ven en la universidad para poder poner el póster en la habitación. En San Lázaro, el grupito de okupas aguanta –nadie lo dudaba–. Ellos serían los que saldrían de secundarios si se acaba rodando "Soy Leyenda" en Bedoya.Al lado, un hombre carga el coche con la cara de pánico que consiguió aguantar Tom Cruise durante las dos horas de "La Guerra de los Mundos". Lleva bolsas. Son del Gadis de la avenida de La Habana. En ninguno hay papel higiénico. Tampoco cacahuetes ni pipas. Otros estantes están repletos. Ni en una crisis así la gente se decanta por las patatas fritas sin sal. Más curioso todavía es escuchar a tus amigos liberales defendiendo ahora un Estado intervencionista. También a mucho socialdemócrata aplaudiendo el servicio de los riders. Las crisis nos unen. Un cartel en el ventanal de un bar cerrado de la avenida de Buenos Aires remacha a eso de las dos de la tarde: "Bamos (sic) salir dela".

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