Obituario | Adiós a “Yuco”, el hombre tranquilo

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Quique Rodríguez dedica unas palabras de despedida a Julio Ramos Martínez, "Yuco", recientemente fallecido

El pasado lunes, con el inicio de la semana, nos dejaba Julio Ramos Martínez, a quien todos los que le trataron a lo largo de sus verdaderamente cortos 50 años de vida conocían como “Yuco”. Abogado de profesión establecido en la ciudad, sus compañeros de Ourense le recuerdan como alguien siempre dispuesto a ayudar, a echar una mano en todo lo que fuera necesario, extremadamente colaborador a la hora de buscar acuerdos, siempre generoso y muy razonable cuando había que serlo. La noticia de su fallecimiento se extendió rápidamente por la ciudad en la que era muy conocido, no sólo por su trabajo y trayectoria profesional, sino por sus valores humanos y cordialidad.  Solo algunos, los más cercanos, conocían de cerca la gravedad de la enfermedad que le golpeó en los últimos meses. Por eso, la noticia, hecha pública esta semana por el Colexio de Avogacía de Ourense, sorprendió y entristeció por igual a todos los que tuvieron la suerte de conocerle, ya fuese por motivos laborales o personales.

Si por algo destacó siempre “Yuco” fue por su faceta personal y familiar, una faceta que trascendía el desempeño de su actividad profesional. Hombre de familia, se desvivía por sus dos hijos, Fabio y Victoria, adoraba a su hermano Keko y disfrutaba como nadie cuando  estaba acompañando a sus padres, ambos fallecidos en muy corto espacio de tiempo. También merece una mención especial en su entorno más cercano, Mary, la mujer que le ayudaba en el cuidado de Fabio y Victoria y que hoy está destrozada tras su repentino adiós.

Sin duda, los que más disfrutaron del carácter y la compañía de “Yuco” son sus amigos más cercanos, los de siempre, aquellos con los que con los años se establece un vínculo tan especial que hace incluso más doloroso el momento de la despedida: Luis, Ernesto, Gabriel y Sebas, mucho más que compañeros y amigos con los que forjó una amistad inquebrantable que superaba ya las bodas de plata y hoy, con una pandilla a la que le falta uno de los suyos. Los cuatro destacan de su amigo su carácter siempre tranquilo y su alegría cuando se juntaban, todo aquello que le ayudó a ser querido y respetado por todos, que le evitó tener enemigos y le hizo ser reconocido por todos como una buena persona destacada, además, por su facilidad para hacer disfrutar siempre a los que le rodeaban.  Esos encuentros entre los cinco amigos se mantuvieron hasta el final, a pesar de la maldita enfermedad contra la que “Yuco” tuvo que luchar en los últimos meses. No perdió nunca la sonrisa ni el buen humor, nunca dejó de luchar, aceptándola con dignidad, valentía y resignación.

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