Obituario | Concepción Varela, “Chita”, entrega y pasión por los suyos

Describir tu periplo por esta corta vida no es nada fácil, no sabes el tiempo que tuve que esperar para acometer estas pocas notas. Fueron muchas tus actuaciones, tanto en tu tierra como en el extranjero, Alemania fue tu segunda patria de la que no te cansabas de alabar tanto por su orden como por el nivel de vida que ofrecía a los necesitados emigrantes. Amigos has hecho en ese envidiado país tanto de los paisanos coincidentes como de los propios germanos abiertos a cualquiera que fomentase el respeto y la educación. Quiero recordar a dos buenos amigos vuestros conocidos en esa prometedora tierra como son Santiago y Josefa, así como vuestros vecinos del tercero tan coincidentes y serviciales mutuamente como es Ángeles, que buenos amigos para toda la vida. Dificultades no os faltaron pero tuvisteis un buen hacer con un buen sentido del ahorro necesario para encauzar un futuro digno. Recuerdo con meridiana claridad el desgarrador momento de tu despedida cuando partiste de nuestro querido Corbelle hacia un mundo desconocido. Con emoción invertida en los escasos días de retorno hacia nuestro pueblo, el corazón no me cabía en el pecho en el momento de fundirnos en un abrazo largamente deseado, pues tú fuiste mi apoyo y baluarte en especial en los primeros andares de mi vida, muchas ilusiones nos abrigamos mutuamente, es difícil que en tan poco espacio de tiempo alguien pueda aglutinar tantos vínculos como lo hicimos tu y yo. Una separación temporal pero necesaria pues la economía necesitaba ser apuntalada para que tú y tu marido Adolfo pudierais tener un punto de partida con un mínimo de independencia económica. En nuestras particulares vidas no dejaste de tener a la familia en lo más alto de estima y respeto, fui yo quien recibió de ti una especial admiración tanto fuera a solas como en público, me hiciste sentir un poco más de lo que yo mismo me consideraba. Esa etapa de tu vida en Alemania te dio una visión del mundo varias decenas de años delante del común de los paisanos, lo mismo que hizo nuestro padre cuando se desplazo a La Habana, saltos de calidad ambos, sí señor. Llevaste al extremo tu atención y cuidado a tus seres más cercanos, fue una parte de la satisfacción que uno puede recibir, siempre hay gente que disfruta con acciones inversas pero tú te has entregado en cuerpo y alma a tu marido y en especial a tu hijo Roberto por el que tu cuidado y mimo rozaba lo imposible, nunca te lo agradecerán lo suficiente. Participaste con suma ilusión en cada acto y faceta que la vida iba poniendo en el camino de mi vida. Para mis hijas aun teniendo más, tú eras y serás “la tía” por algo será. Aunque entre nosotros mediaba un espacio de tiempo notable tuvimos mucha complicidad, con la que resolvimos situaciones de forma airosa, la pena es que no hemos podido salir airosos de la más importante Seremos muchos los que te recordaremos toda la vida a caballo entre la tristeza por no tenerte entre nosotros y la alegría con la que te recordaremos, pues el poso que deja tu presencia nos empapa de cariño nuestro recuerdo. Nos quedaron muchos momentos por compartir, un indeseado virus se interpuso en el transcurrir de tu vida. Nunca te podías imaginar que tu destino estuviera fuera de una lógica que no fuese por los efectos de los que una enfermedad oncológica, pues ya ves, la vida te dio la fatal sorpresa. A ti, y también desde aquí a nuestro hermano Manolo os tengo en el mejor espacio que el buen recuerdo pueda proporcionar.