Obituario: Consuelo Álvarez Iglesias, huele a Dulzura, sabe a Bondad, tacto apacible… es mi Madre

Consuelo Álvarez Iglesias.
photo_camera Consuelo Álvarez Iglesias.

Vuelvo de la última despedida terrenal y las palabras brotan como lava que quema las entrañas, salpicadas de escamas saladas que desahogan la angustia del último adiós

La candidez del folio en blanco me ayuda a desahogar, después de duros momentos en los que la fortaleza era obligación, ahora sí, en soledad, ahora puedo llorar tu pérdida en paz…

Se bloquea la mente, apremian los tiempos, no puedo seguir… el dolor es un muro que no puedo saltar.

Días transcurrieron y retirando la cortina de desconsuelo, a través del velo del agradecimiento puedo ver con dulzura muchos pasajes de tu vida a mi lado que hacen brillar tu papel de madre buena y generosa.

Jugueteaban en casa dos gemelos enzarzados en sus juegos y peleas y una niña que acababa de cumplir dos años…

Es noche de Candelas, tus amigas van al baile del Liceo, las encuentras y saludas cuando tus pasos se dirigen a darme el mayor de los presentes el regalo de la vida, hace exactamente hoy muchos años… y en este instante flashes de tu vida a mi lado inundan mi mente.

Suena la “Alborada de Veiga”, hay que levantarse, vamos al colegio, mucho frío fuera, pero mi dormitorio es cálido y confortable, tú eres el calor que inunda la casa, la ropita que nos pones, desayuno humeante, zapatos impecables, todo perfectamente preparado…

Loca adolescencia, quiero conocer el mundo, quiero escapar, parece casi imposible ¿Me voy? Tú me ayudas, me empujas, me animas… pero veo como tus lágrimas resbalan por tu mejilla, desde el autobús en la partida…

Hogar familiar, tu prodigiosa memoria nos regala charlas interminables, historias de familia con todo detalle relatadas, no queremos que tengan fin, siempre queremos más, tus manos juegan con mi pelo, trenzando, acariciando…

Primer baile en el Liceo, visitamos a Mercedes en Tilos, nos hacemos amigas, cómplices. Tú eres una artista para combinar colores, la más original y elegante, tu gracia brilla en el arte del vestir…

Pasan los años, deseo ser economista, provoca risas en los que tienen incredulidad, pero tú me trasmites empuje, fuerza. Oigo tu sentir que dice lucha por tu independencia, fórmate, búscate un futuro y finalmente mi profesión es la misma que tú, sigo tus pasos, tu estela… en nuestra gestoría.

Suenan campanas de boda, última noche en el hogar familiar, tú vuelves a arroparme como en la niñez, alzas el embozo que acaricia mi piel, “mamá ¿seré feliz?...”. Latigazo a corazón y nos funde un abrazo interminable del que cuelga todo lo que las palabras no alcanzan, todo lo que siente una madre en ese momento…

¿Qué color de palabras dibujarían esa escena?... ¿Qué hay en el aire en ese instante que todavía hoy siento?

Se acerca una nueva vida, tu tercera nieta, te trasmiten riesgos, peligros. No todos comprenden tu pánico, no te separas de mí ni un instante, rezos interminables, respiración contenida… Dios nos ha ayudado, es una niña. Tus ojos reflejan la máxima felicidad y al cerrarlos lentamente, la dulzura inunda cada poro de tu piel. Percibo perfectamente, me deslumbro de tal manera con tu brillo, que en este instante cierro los ojos y siento algo físico, el recuerdo está tan vivo que eriza mi tez…

Momentos dulces de tu vida, te rodean las nietas, juegos, risas y viajes. Navidades alegres y familiares, todo es alegría en tu casa.

Pasan los años y la vida te va regalando buenos y malos momentos, tú siempre adelante…

Duros golpes, los más fuertes y con tristeza, abatimientos y aún con tus pesares sigues adelante, afrontando la vida con valentía…

Llega la enfermedad y aun luchando y apoyada por el cariño de muchos, ésta es muy fuerte y afrontamos dándote todo el cariño que demandabas, siempre cogida de la mano de los que te rodeamos en los momentos finales, tocados de tu infinita dulzura, caricias, abrazos que ahora con dificultad te enredas en mi pelo, torpemente acaricias mis ojos, mi cejas, mi boca y dejas en mi una ternura que me acompañará hasta la eternidad…

Gracias Mamá. Gracias por ello. Gracias por la vida. Gracias por tu bondad, tus enseñanzas, por la educación, por tus sonrisa y risas, por cada sacrificio, por ser la más brillante de las cuidadoras, por las caricias, los despertares, los desvelos… Gracias.

Capacidad infinita de amar, de cuidar, de acompañar.

Y ahora sí. Siempre conmigo Mamá. Que Dios te bendiga.

Tu Hija.

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