Obituario | Antonio Otero, guardián de nuestra Santiña

Nubes de tristeza cubren nuestro Santuario de Los Milagros. Ayer emprendió la Misión del Cielo, al lado de nuestra Santiña, nuestro queridísimo padre Antonio Otero. Va a ser muy difícil hacernos a la idea de que no le volveremos a ver paseando por el Santuario, que no volveremos a ver su sonrisa cuando nos encontrábamos y escuchar sus siempre cálidas palabras. Va a ser muy difícil ir a misa y no verle de nuevo, celebrando o ayudando en la eucaristía y pidiéndote que leyeses si te veía en los primeros bancos. Va a ser muy, muy doloroso no esperar por el abrazo que, hasta que comenzó esta maldita pandemia, nos regalaba a los que le queríamos, que éramos muchos. Va a ser muy difícil para mí no poder seguir hablando con él, escuchando sus consejos y asentir sonriendo cuando me decía: “Dale recuerdos a toda la familia”… porque él era de la familia. No hace falta tener la misma sangre para sentirte miembro de una familia y él lo era desde hace muchos, muchísimos años. Presente y partícipe de nuestras celebraciones, nos casó, nos bautizó y dio la Primera Comunión a muchos miembros de nuestra familia y ahora nos toca despedirle, con todo el dolor de nuestro corazón y con el alma rota por esta despedida. Se va uno de los guardianes de nuestra Santiña, se va a la misión del Cielo, pero no quisiera recordarle con tristeza. Quisiera sonreír pensando en todos los momentos vividos, tanto en Salamanca como en el Santuario de Los Milagros. Quisiera recordar las risas compartidas en la primera comunión de mi hija, eucaristía que preparó con todo mimo y detalle. Con todo cariño y sensibilidad. Con toda la familiaridad y confianza que se había ganado durante los más de 45 años que estuvo en nuestras vidas. Y todo eso, junto con su inmenso cariño, hizo que fuese un momento tan entrañable, tan bonito, tan sentido, que todavía hoy, 3 años después, todos recordamos y sonreímos con alegría. Pero él preparaba todo con el mismo cariño, daba igual que fuese el bautizo de uno de nuestros peques o la boda de una de nosotras. Todo estaba cargado de cariño, emoción, sensibilidad, detalles fantásticos, sonrisas, complicidad, cercanía… porque todo eso era lo que él nos regalaba a cada momento. Por eso con él era todo tan fácil y bonito. Por eso y por toda una vida con su compañía y consejos, le echaremos de menos. Nos queda el consuelo de que le hemos demostrado siempre que hemos podido, lo mucho que le queríamos y lo importante que era para todos nosotros. Y se lo hemos demostrado en vida, que es cuando creo que se deben hacer las cosas. Ahora parte al lado de nuestra Santiña y nos deja un poco huérfanos a todos nosotros. Nos deja el corazón roto de pena y su ausencia en el Santuario nos dejará un doloroso vacío. Pero no quiero recordarle con pena. Él no se merece lágrimas. Se mereció todo nuestro respeto, nuestra admiración, nuestro cariño y nuestro amor. Y con esos sentimientos quiero recordarle con una sonrisa, la que él siempre tenía para todos. Porque le respetamos, le admiramos y le quisimos, hoy queremos mandarle todo nuestro cariño y miles de besos al cielo. Buen viaje al lado de nuestra Santiña, Padre Otero. Le querremos eternamente.n