Obituario | José Miguel López Novoa, reconocido investigador médico

José Miguel López Novoa
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José Miguel López Novoa, investigador ourensano fallecido a los 72 años que estaba considerado como una eminencia en el mundo científico

El ourensano José Miguel López Novoa, catedrático jubilado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, fallecía el pasado jueves en Málaga a los 72 años. López Novoa realizó más de 350 trabajos de investigación y cuenta con más de 7.000 citas en revistas especializadas, lo que le convirtió durante años en uno de los autores médicos más citado. Además de sumar más de una decena de patentes y entre otros reconocimientos, el investigador nacido en Ourense en el año 1951 era galardonado en tres ocasiones con el Premio del Instituto Reina Sofía de Investigaciones Nefrológicas y también con el María de Maetzu o el premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica.

López Novoa fue además uno de los médicos e investigadores más prolíficos de Salamanca, donde fijó su residencia y centro de investigación. Tras 26 años en la Universidad de Salamanca, López Novoa decidió anticipar su jubilación y dar la oportunidad a los miembros de su equipo para liderar los importantes avances obtenidos en el estudio del daño renal agudo.

“Creo que el grupo de investigación que dirijo ha madurado mucho, hay personas con capacidad de liderazgo y la mejor manera que existe para que maduren completamente es que el líder natural se quite del medio”, anunció en su despedida, según reflejaba ayer el equipo de la web Redacción Médica. 

López Novoa estaba considerado como una eminencia dentro de la ciencia

Docente e investigador

Doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, fue profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de Salamanca. Durante su etapa como profesor, fue fuente de inspiración de la actual directora de la Organización Nacional de Trasplantes, Beatriz Domínguez, para que se decantara por el campo de la Nefrología.

Como investigador acumuló hallazgos que han supuesto importantes cambios para la medicina y que le han sido reconocidos en forma de diferentes galardones. Recibió el Premio Innovadores de Castilla y León, en la categoría de Mejor Start Up. El galardón reconocía las avanzadas investigaciones en el diagnóstico precoz de enfermedades renales y hallazgos prometedores para pacientes con enfermedades del riñón. La Junta también le reconoció en su día con el Premio Castilla y León de Investigación.

Pese a que llevaba algunos años jubilado seguía activo como escritor,  y de hecho, el próximo lunes iba a presentar su último libro, titulado “Aromas de despedida”, en el Casino de Salamanca. Desde el punto de vista literario, había publicado, entre otros, un libro de relatos, “Pequeñas Personas Peculiares” (Editorial PiEdiciones, 2018), fue finalista en el Premio de relatos Pluma de Cigüeña (2018), y también escribió un libro de poemas “Evocaciones, Hoguera de amor y llama de olvido” (Editorial Letrame, 2020) y la novela “El sino de los Rebolledo”, ambientada en los tiempos previos a la Guerra Civil Española.

El Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal), donde ejerció como investigador del grupo Fisiopatología del Endotelio Vascular, publicaba un mensaje en redes sociales lamentando su fallecimiento con palabras dedicadas tanto a él como sus familiares y amigos: “Un día triste para la comunidad científica. Lamentamos la pérdida del profesor José Miguel Novoa. Su gran trayectoria profesional y humana siempre estará en nuestra memoria”.

De la docencia a la ciencia y a la inspiración artística

La literatura era una de sus grandes pasiones, pero era en la medicina, y de ella la investigación y la docencia, donde aseguraba sentirse más feliz y así lo reconocía en varias de sus entrevistas, como señalaba hace ya unos años al Portalvillamayor después de haber fijado su residencia en la localidad salmantina.

Tengo muchas aficiones -decía entonces a la periodista Patricia Sánchez-. Cultivo cactus y plantas de zonas tropicales, que lógicamente con el clima de Villamayor se pelean un poquito. Aun así, tengo una buena colección de casi 600 especies. Me gusta mucho escribir: poesía, cuentos… Y dedico mucho tiempo a mi trabajo que, también en buena parte, es una afición. Soy catedrático de Fisiología pero también, dentro de eso, hay una parte fundamental y mayoritaria del tiempo que es la investigación. La investigación es un pozo sin fondo, por lo que me gusta mucho leer, estudiar y escribir sobre ello. Además, me gusta mucho el senderismo, el arte y toda la arquitectura”.

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