Las oenegés, inquietas ante la pobreza energética en alza

Mariel Teixeira, voluntaria de Cruz Roja, analiza la factura de la luz de un usuario.
photo_camera Mariel Teixeira, voluntaria de Cruz Roja, analiza la factura de la luz de un usuario.
Sus usuarios sufren para pagar las facturas: muchos ya no podían asumir las previas a la subida 

Las consecuencias del “tarifazo”, especialmente para los más vulnerables, ya se hacen notar en la ciudad. Cáritas, según reconoce, ya está atendiendo a familias en apuros. Casos como el de una madre monoparental con varios hijos a su cargo e impagos por valor de más de 500 euros. Ante el elevado importe, necesita ayuda para evitar el corte de suministros. Las entidades sociales de Ourense, conscientes de como va a afectar a sus usuarios la subida de tarifas del servicio de la luz, se preparan para afrontar meses difíciles y de gran demanda de sus servicios, especialmente a partir de octubre, cuando disminuyen las horas de sol.  

Cáritas realiza trámites para garantizar el acceso al bono social eléctrico, que supone el descuento en la factura (dejándola en torno a los veinte euros, según las características de la vivienda), e intervienen incluso con apoyos puntuales para pagar determinados recibos y deudas pendientes, ya que algunos usuarios llegan a acumular deudas inasumibles debido a las dificultades personales que atraviesan. Sobre la última subida del recibo de la luz, María Tabarés, directora de Cáritas Ourense, matiza que a muchas personas “no les afecta” el incremento de los precios porque “ya no podían pagar el ordinario”. A otras, en cambio, les repercute más que a nadie, porque se encontraban al límite antes de esta última vuelta de tuerca. 

Decenas de ourensanos que cumplen los requisitos para ser beneficiarios del bono social eléctrico y precisan de él de forma urgente no lo solicitan. Todo porque, como explica Tabarés, “ser vulnerable implica no tener facilidad para acceder al ejercicio de los propios derechos. Esta es la mayor dificultad”. De todos modos, Tabarés advierte que el importe de los recibos con bono social también se verá incrementado. Y lamenta que la crisis pueda diluir a la clase media. “En general, somos las personas de a pie quienes más nos ayudamos los unos a los otros”, concluye. 

Eficiencia energética

Por otra parte, Cruz Roja ayuda a sus usuarios a reducir el consumo con su Plan Responde. Pasan por él más de un centenar de usuarios cada año. En 2020, fueron 155. Ángela Ramallo, técnica de Medio Ambiente de la oenegé, explica que llevan a cabo un seguimiento personalizado en función de la situación de las personas y su vivienda. Participan en talleres de auditoría energética de los hogares y contrastan esta información con las facturas. Hasta pequeños gestos pueden marcar la diferencia. “Para personas que no disponen de calefacción, disponer de un edredón puede suponer una mejora clave de la calidad de vida”, refleja Ramallo. También cambian ventanas, eliminan humedades, revisan el sistema eléctrico y cambian el cableado al aire. Al finalizar la intervención, sus usuarios reciben kits personalizados con bombillas de bajo consumo, regletas o aireadores para grifos. 

Cruz Roja también promueve rehabilitaciones de viviendas donde residen personas mayores, y desde la propia asociación intentan dar ejemplo y rebajar su huella de carbono. “Lo que no podemos reducir, lo compensamos con reforestación”, añade Ramallo. Por último, al igual que Cáritas, advierte de que el mayor impacto para todos los bolsillos (y también en el caso de personas en situación de vulnerabilidad) llegará en otoño, que supondrá “el momento crucial de ajuste”, aún teniendo en cuenta que muchas de las viviendas de sus usuarios carecen de calefacción.

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