El ourensano de 19 años que caza vakamulos: "He visto jabalíes que dan miedo"

Mateo González, cazador de 19 años, y su tío, Senén Ramos, el día que cazó un vakamulo de 147 kilos.
photo_camera Mateo González, cazador de 19 años, y su tío, Senén Ramos, el día que cazó un vakamulo de 147 kilos.
Mateo González lleva cazando desde los 16 años y esta temporada logró abatir un vakamulo de 147 kilos, y le preocupa la plaga de jabalíes que estrecha su cerco sobre la ciudad de Ourense

El ourensano Mateo González, de 19 años, abatió en Vilamarín el vakamulo más grande de su vida, de 147 kilos. Cuando lo hizo, recordó a su abuelo, que murió cuando tenía cinco, así que nunca pudo acompañarle en una cacería. "Es algo que unos entenderán y otros no, pero no me avergüenza: siempre que mato a un jabalí pienso en él, siento que está a mi lado, y me emociono", defiende.

González consiguió el permiso de armas a los 16 años, ahora tiene 19. El jueves 23 de febrero terminó su mejor temporada cazando a dos grandes vakamulos, de esos que atropella un coche y, a veces, "se marchan como si nada".

El primero no cayó a la primera: "Le pegué un tiro en la paletilla, le atravesé los pulmones y salió la bala por el costillar izquierdo, pero arrancó a correr. Con el tercer y último disparo, acerté a la cabeza. Pasaron cinco segundos en total, y quedó fulminado", recuerda. Después, mató al segundo vakamulo del día al primer intento.

“A mí no me gusta que sufra el jabalí, que quede dando vueltas y chillando. Disparamos calibres de caza mayor, para evitar el sufrimiento. Y, si fallamos a la primera, los rematamos en el menor tiempo posible, aunque haya gente que piensa que cazamos por ver a un animal sufrir”, defiende el ourensano.

"Y apretar el gatillo es lo último. Antes viene un proceso muy largo, cuidando las poblaciones de nuestros cotos. La gente se cree que solo pensamos en matar, pero si nos sale una hembra con una cría no la abatimos. Porque nos preocupa la población, somos gestores del ecosistema".

Detrás de la pista del vakamulo

Su tío Senén Ramos le enseñó a cazar. Además, "me ayudó a conectar con una parte de mi abuelo que nunca pude llegar a conocer", valora González, que lleva tres años detrás del vakamulo: "Hay una animalada de ellos. Yo he visto bichos grandísimos, descomunales, que dan miedo".

Cuando González ve un vídeo de jabalíes a sus anchas por la ciudad de Ourense, no le parece divertido: "Es un animal salvaje, que te puede matar. El colmillo de un macho te engancha la femoral, cualquier arteria importante, y te hace añicos”.

“Hace cinco años, no veías un jabalí por el centro. Y antes solo tenían un celo, el que llamamos el celo vakamulero de enero, pero ahora tienen en abril, mayo, junio, agosto, septiembre… Son como los seres humanos: si cuentan con comida y sitio donde estar cómodos, se reproducen", compara. 

González reclama "leyes pensadas desde el rural, y no desde despachos de Madrid o de Santiago, viendo los coches pasar... hechas por gente que no ha olido un monte en su vida".

Críticas y agradecimientos

González recibió la enhorabuena de muchas personas tras la publicación de sus últimas capturas. “Me emocionó ver que había gente que aplaudía nuestra labor, que es para nosotros un gasto de tiempo y de dinero. Pagamos nuestro coto, nuestra licencia, el permiso de armas, el seguro, la munición, veterinarios para los perros… No sacamos ningún beneficio. De agosto a febrero te levantas todos los domingos a las cinco de la mañana y te pasas todo el día fuera”, recuerda.

“Nuestro origen como especie es ser cazadores. Y, en mi opinión, es mejor comer la carne de un animal que ha vivido libre toda su vida que la de un cerdo que estuvo apretado en una granja sin ver la luz del sol y cebado a base de químicos y pienso”, compara el joven cazador.

“La gente piensa que jabalí que se ‘levanta’, jabalí que se mata. Pero ellos conocen el terreno mucho mejor que tú y se meten por sitios que ni te imaginas y a los que no puedes acceder, porque es monte basto, abandonado, lleno de maleza. Igual encuentras 20 y cazas 5. La caza o te gusta mucho o no te gusta, porque te obliga a salir al monte un día a las seis de la mañana y a -6 grados”, añade.

"Como cazador, no pido que se me comprenda, solo que se respete mi afición; pero muchos te insultan. Por suerte, mucha gente se empieza a dar cuenta de la realidad", valora el joven. "Cada vez hay más maleza cerca de la ciudad y los jabalíes se acercan más. Los estudios ya hablan de un millón de ejemplares en la península ibérica, y es un fenómeno global, muy difícil de controlar. En Texas, les disparan desde helicópteros con fusiles de asalto", añade. 

El mapa del vakamulo

Después de tantos años en el monte, González se anima a trazar un mapa del vakamulo. El epicentro sería "en la zona de Valdeorras hasta Os Peares, y toda la cuenca del Sil, con sus grandes castaños centenarios. Aquí no dejaría de cazar nunca. Mi coto de Nogueira no lo cambiaría por nada, estar cazando con vistas espectaculares. Es caza salvaje, dura, con la que terminas sudando y tu cuerpo sufre un esfuerzo físico importante, recorriendo kilómetros para arriba y para abajo por los cañones". 

González cuenta con un gran apoyo. "Conocí a mi pareja con 14 años. Desde el principio le dije que era cazador y siempre lo respetó, aunque sé que es duro estar estudiando fuera y que el fin de semana tu novio se vaya todo el domingo al monte, es algo de lo que estaré eternamente agradecido", concluye.

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