Ourense ya tiene más vivienda vacía que Vigo y A Coruña

Ourense es la única ciudad gallega en la que han aumentado las viviendas vacías en los últimos 10 años, lo que ha provocado que ya tenga más casas en esta situación que las urbes de Vigo y A Coruña, pese a que estas la triplican en población.

Según los datos del balance anual de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), en la ciudad hay hoy 16.552 viviendas vacías, prácticamente 2.000 más (1.991 más) que hace 10 años. Esto la convierte en la urbe con más casas sin ningún habitante en su interior, por delante ya de las 15.250 de A Coruña o las 13.186 de Vigo.

Además, resalta el presidente de Fegein, Benito Iglesias, el Casco Vello ourensano es “la zona de las siete ciudades gallegas menos habitada, con un 5,6%” de todas sus plazas residenciales actualmente ocupadas, unas cifras preocupantes. Y eso que, subraya, “un 95,23% del uso principal del casco antiguo ourensano es residencial”.

Otros de los datos de la patronal inmobiliaria relacionados con la provincia en su conjunto tampoco ofrecen buenas perspectivas. Ourense es la provincia gallega que menos reduce su stock de viviendas nuevas (primer propietario) en el último año (-3,83%), el número de viviendas iniciadas y terminadas en un año es “el más bajo de Galicia” y el parque de viviendas es el que menos crece, hasta un total de 248.777 viviendas.

En el conjunto de la provincia, el 24,01% de estas viviendas están vacías, “el mayor porcentaje de España”, donde la media se sitúa en 13,7%. “Galicia sigue acumulando viviendas vacías y sobre todo en los municipios de menos de 10.000 habitantes”, apunta Iglesias, que señalan que la pandemia no ha consolidado la vuelta al rural, sino “como mucho, a los municipios anexos a las grandes ciudades”, y la Galicia del interior vaciada “lo es cada vez más, sin paliativos”.

Problema del alquiler

Por último, resalta que nunca hubo “menos oferta de vivienda en alquiler” y jamás en la serie histórica se habían alcanzado precios más altos que los actuales. Se debe, dice, a “desconfianza absoluta” de los propietarios hacia la próxima ley estatal de vivienda y la “derivación de viviendas del alquiler tradicional hacia viviendas vacacionales, por rentabilidad y seguridad”.