Tras la pista del jabalí en Ourense: paseos diurnos y ataques a perros en Covadonga

Los vecinos de Covadonga lamentan que el Concello de Ourense no tome medidas y que no acepte la oferta de la Xunta de poner jaulas trampa

La vida en el barrio de Covadonga cambió radicalmente desde el pasado verano. Ir al parque, pasear al perro o incluso entrar en casa pueden convertirse en hábitos de riesgo si no se toman las precauciones adecuadas. Los jabalíes se instalaron en esta zona urbana en agosto y, desde entonces, campan a sus anchas a cualquier hora del día o de la noche. 

Otras temporadas, las manadas permanecían en la zona forestal de Vilar de Astrés, pero en los últimos años comenzaron a bajar a la ciudad. La presencia de varias fincas sin desbrozar, parques en estado de abandono y bolsas de basura a ras de suelo generaron un hábitat adecuado para los suidos. 

La asociación de vecinos Virxe de Covadonga conoce bien el mapa de movilidad de este animal, las zonas verdes del barrio. En todas ellas hay huellas y socavones que lo demuestran.

Jaulas trampa para jabalíes

Como medida urgente, los residentes contemplan la instalación de jaulas trampa, en las que estos animales entrarían y serían trasladados a un monte alejado. La Xunta se haría cargo del coste, su distribución y manutención, así como del posterior traslado de las capturas. Sin embargo, dado que se colocarían en territorio urbano, el Concello debe firmar para dar consentimiento.

Según la versión de la Consellería de Medio Ambiente, la aprobación del Concello de Ourense es lo único que falta para poder ejecutar el protocolo. Mientras no aceptan la propuesta, Jácome reitera que es la Xunta quien debe asumir la totalidad de las responsabilidades. 

“Tuvieron una reunión en la que acordaron tomar medidas, pero no están por la labor. Está todo organizado, pero  solo van a poner soluciones cuando pase algo. Es lamentable”, critica Jesús Couceiro, uno de los representantes de la asociación Virxe de Covadonga. 

La Policía Local pasa por el barrio con frecuencia, de paisano o con las patrullas. Los agentes tienen la orden de perseguirlos hasta las zonas de monte, pero no hay mayor intervención desde el Gobierno local.

Las consecuencias

Bajo la plaza de Covadonga, una barriada de viviendas evidencia zonas verdes arrasadas. Los jabalíes escarban para buscar las raíces y alimentarse. También lo hacen con los restos de basura. Sobre la tierra hay todo tipo de residuos a medio comer. 

Más abajo, donde en tiempos hubo un lavadero, una mata de zarzas se levanta varios metros. El  pequeño terreno sirve de refugio para los animales pero, además, en verano supone un riesgo ante los incendios, dado que no está sin desbrozar.  

Cerca está el llamado “Parque Nuevo”, que pese a tener más de diez años, no tiene un nombre oficial ni presenta cuidados. La totalidad del césped tiene socavones. En medio, una zona de juegos infantiles, queda totalmente expuesta al paso de los suidos. “Alguna vez aparecieron por la tarde y los niños salieron corriendo en estampida”, apunta un vecino. 

Pasear a los perros es ahora una actividad limitada. Noelia, acompañada por su perro Neo, explica que lo lleva “nerviosa” al parque. “Campan a sus anchas y, en cuanto vienen, nos tenemos que escapar. Antes veníamos aquí de noche, pero ahora los llevamos alrededor de nuestra casa”. Aunque antes era común su aparición solo en horario  nocturno, ahora puede producirse a cualquier hora. 

Otro vecino, Iván, también tuvo problemas con los canes y un jabalí. En una ocasión, uno de estos animales metió la cabeza por debajo de su perra y la lanzó a dos metros de altura. “Si la hubiese enganchado bien la pudo haber abierto en canal”, indica. 

Jabalíes, en la puerta de casa

Los portales y las entradas a algunas tiendas son un espacio que también frecuentan los suidos. “A veces me los encuentro asomados al portal y tengo que esperar para salir”, señala Iván. “Les hago aspavientos y no se mueven. Vienen a por los perros y están en nuestro portal, por el que también pasan niños”, afirma este vecino. 

Olga tiene una tienda en el barrio. “Asoman la cabeza a plena luz del día, si alguna vez entran va a ser un problema”, dice. 

Disparos nocturnos 

Isabel también reside en Covadonga, pero tiene un punto de vista al margen de la asociación. Le preocupa que, desde octubre, “se efectúen disparos todos los días a partir de las diez y media de la noche”, indica. “Proceden del pueblo de Santa Ana y de la zona de arriba, en un campo frente al colegio Virxe de Covadonga”, relata, añadiendo que acudirá a interponer una denuncia. 

Otro problema recurrente que señala son las trampas caseras que elaboran algunos moradores: “Ponen comida en la puerta  y, cuando las crías entran, las capturan”, critica Isabel.  De hecho, otros residentes afirman haber utilizado sus propias armas para frenar la entrada de los animales en fincas o parcelas: “Tenemos una perra que duerme fuera y nos la encontramos varias veces rodeada por el jabalí, al final decidimos tomar medidas”, asegura una pareja.

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