Raquel Santamarina: ’Conseguimos al asilo de Ourense su primer coche y su primera lavadora industrial’

LR- ’Los ancianos nos aportan mucho porque les damos mucho’, afirma Raquel Santamarina, la fundadora y presidenta de la Asociación Los amigos del Asilo, que mañana le rinde un homenaje por toda una vida dedicada a los desamparados.


¿Cuándo entra en contacto con el asilo?

Ya de niña tenía una inclinación especial por los más desfavorecidos y las monjitas del asilo venían a pedir a casa de mis padres. Mi padre me transmitió su amor por la zarzuela, pero yo soy todo oído. Estuve en el coro de la Santísima Trinidad con siete años y hacía la voz de hombre, mi hermana tenía la nota más alta y yo la más baja. También estaba Teté Torre. Íbamos a actuar a los hospitales con los niños de la inclusa. También recité mucho, hice de Don Juan Tenorio o Doña Inés en Radio Orense con 15 años y hacíamos funciones en el portal de casa y las cobrábamos. Después, me casé y me fui a vivir enfrente del asilo, en la Avenida Buenos Aires, donde ensayaba con las niñas que se preparaban para monjas; de hecho, la que hoy es madre superiora hizo conmigo comedia. Les enseñaba a bailar la muiñeira, a sor Esperanza le decía que levantara los brazos.

¿Por qué crea la asociación?

A nuestro lado vivían los hijos de Ferrer Garrido, Félix Sáa, los Outeiriño..., y ensayaba con ellos zarzuela en el portal de mi casa para actuar en el asilo. Luego empezaron a ir a fregar los cacharros, a pasearlos, a lavarlos. También ensayamos con las Martitas. Y fue así cómo decidimos crear la asociación, porque ahora hay muchas entidades y obras sociales, pero entonces fuimos la primera ’ONG’ de la ciudad. Y empezaron a venir a ensayar niños de todo Ourense y de todas las clases sociales, y los sábados daban de comer y limpiaban a los ancianos. Entre ellos, estaban los hijos del gobernador o del director del Banco de España, y algunos padres decían: ’mi hija no mueve un pañuelo’; pero, después, venían y veían cómo limpiaban a los ancianos o fregaban y no daban crédito. Otros eran chicos sin recursos y les dimos carreras universitarias y los empleamos.

Y fundaron la Tuna de Santo Domingo.

Y con ella recorrimos Europa y llevamos alegría a los emigrantes, visitamos al Papa dos veces, estuvimos en la casa de Paloma Gómez Borrero e, incluso, nos recibió el embajador de España en Roma. Además, hicimos dos zarzuelas, siempre con fines benéficos.

Pero los ancianos siempre fueron su gran preocupación.

Ya formada la asociación, pedíamos en la misa de diez del domingo y en todos los sitios. Ibamos a los pueblos a pedir patatas, berzas, mantas o sábanas para las monjas, porque la situación del asilo era penosa. También cantábamos y recitábamos en la Hora Joven de RNE y llegamos a conseguir mucho dinero. Antes, los ancianos no tenían paga y estaban desamparados. Hoy todos tienen una asignación. El asilo, fundado en 1884, estaba obsoleto, y nosotros conseguimos hacer un pabellón con 40 camas seguidas y un servicio. También les dimos la primera lavadora industrial y el primer coche.

Sin embargo, esta situación ha cambiado.

Ahora están en Rairo y tienen dos camas y un servicio por habitación, con sala de estar y jardín. Actualmente, dan cobijo a 210 ancianos, preferentemente a los más desfavorecidos.

¿Cuáles son las necesidades del asilo hoy?

Las Hermanitas no piden, esperan que les den. Hoy en día tenemos 18 voluntarios que acuden al asilo a coser, planchar, fregar, dar de comer a los ancianos, lavarles y hacerles compañía, pero queremos llevar a más. Y en invierno pretendemos pagarles la calefacción, que es su gran dolor de cabeza, y vamos a pedir para esto y para darles la cena de Nochebuena, como todos los años.

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