Arquetas medievales hechas en Sicilia, El Cairo y Lemosín, una insignia de peregrinación de Santa María Magdalena, y las tablillas medievales que los peregrinos usaban para evitar la rabia, son parte de los tesoros que contiene el Relicario de Santa Eufemia en la Catedral, cuyo valor en subasta podría alcanzar los seis millones de euros.
En los primeros siglos de la Iglesia, los relicarios tenían carácter privado y se llevaban colgados del cuello como medallas con figuras e inscripciones. Con el paso del tiempo su forma evolucionó a una caja o estuche con recuerdos personales de los santos o sus restos mortales para exponer ante los fieles. En la actualidad, se encuentran repartidos en los distintos museos eclesiásticos del mundo o resguardados por coleccionistas privados. Sin embargo, no hace falta recorrer el mundo para apreciar la belleza de estos tesoros, pues en la Catedral de San Martiño, en Ourense, se haya una de las colecciones de reliquias más importantes y valoradas por los coleccionistas, según explica el canónigo archivero, Miguel Ángel González.
Se trata de las reliquias de Santa Eufemia, colección compuesta por cerca de 15 objetos entre arquetas, joyas y bustos de santos descubiertos hace 12 años en el Relicario Mayor de la Catedral. Entre estos tesoros destaca una arqueta de madera del siglo XII hecha en Sicilia en hueso y marfil; además de un relicario creado en talleres de El Cairo, con decoración reticular y geométrica y con inscripciones en árabe del que sólo hay tres en el mundo, por lo que en el año 2000 fue estudiado por la conservadora de arte árabe del Museo del Louvre (París), Sophie Macayú, quien tasó la pieza en un valor de 30.000 euros. Resalta también una arqueta con piezas de oro creadas en los talleres de Limoges, capital histórica de la provincia francesa del Lemosín, así como una insignia de peregrinación con la imagen de Santa María Magdalena, una escultura de la cabeza de Santa Constanza, y un busto-relicario del Papa San Eleuterio, en cuyo interior se ubican unas tablillas medievales que los peregrinos usaban para frotarse el cuerpo y las costillas como medio milagroso para evitar el contagio de la rabia.
Interés coleccionista
Según el canónigo Miguel Ángel González, todas estas piezas podrían llegar a adquirir un valor en subasta superior a los seis millones de euros. Aclara además que algunos coleccionistas se han interesado por alguna de estas piezas, sin embargo la actual Ley del Patrimonio prohíbe la venta a particulares, ya que permite sólo el intercambio o donación entre iglesias o la venta directa al Estado tras su declaración de objeto patrimonial. El canónigo archivero califica esta ley como un agravio contra la Iglesia, pues deberíamos tener el mismo derecho que un particular. Explica que aunque en este momento no tienen la intención de vender o subastar las reliquias, sería bueno en un momento de crisis como el que vivimos, revisar la normativa, pues en una urgencia grave, por ejemplo para restaurar la Catedral, sería una buena oportunidad para obtener fondos.
Recorrido histórico del relicario
Las arquetas que conforman el relicario de Santa Eufemia se encontraban desde el siglo XV en un sepulcro de piedra, ubicado en la parte superior de los pasillos laterales de la Catedral. En el siglo XVIII fueron trasladadas a uno de los dos ventanales ubicados a ambos lados del coro principal de la Catedral, obra del escultor Castro Canseco. En el siglo XIX, en tiempos del obispo Don Damasio Iglesias, se realizó el reconocimiento oficial de las arquetas, para ser prescintadas con un sello que impedía su apertura. Hace 12 años, tras la petición de una parroquia portuguesa de la Diócesis de Aveiro, el Obispado abrió las arquetas, encontrando las reliquias en su interior.
Se trata de las reliquias de Santa Eufemia, colección compuesta por cerca de 15 objetos entre arquetas, joyas y bustos de santos descubiertos hace 12 años en el Relicario Mayor de la Catedral. Entre estos tesoros destaca una arqueta de madera del siglo XII hecha en Sicilia en hueso y marfil; además de un relicario creado en talleres de El Cairo, con decoración reticular y geométrica y con inscripciones en árabe del que sólo hay tres en el mundo, por lo que en el año 2000 fue estudiado por la conservadora de arte árabe del Museo del Louvre (París), Sophie Macayú, quien tasó la pieza en un valor de 30.000 euros. Resalta también una arqueta con piezas de oro creadas en los talleres de Limoges, capital histórica de la provincia francesa del Lemosín, así como una insignia de peregrinación con la imagen de Santa María Magdalena, una escultura de la cabeza de Santa Constanza, y un busto-relicario del Papa San Eleuterio, en cuyo interior se ubican unas tablillas medievales que los peregrinos usaban para frotarse el cuerpo y las costillas como medio milagroso para evitar el contagio de la rabia.
Interés coleccionista
Según el canónigo Miguel Ángel González, todas estas piezas podrían llegar a adquirir un valor en subasta superior a los seis millones de euros. Aclara además que algunos coleccionistas se han interesado por alguna de estas piezas, sin embargo la actual Ley del Patrimonio prohíbe la venta a particulares, ya que permite sólo el intercambio o donación entre iglesias o la venta directa al Estado tras su declaración de objeto patrimonial. El canónigo archivero califica esta ley como un agravio contra la Iglesia, pues deberíamos tener el mismo derecho que un particular. Explica que aunque en este momento no tienen la intención de vender o subastar las reliquias, sería bueno en un momento de crisis como el que vivimos, revisar la normativa, pues en una urgencia grave, por ejemplo para restaurar la Catedral, sería una buena oportunidad para obtener fondos.
Recorrido histórico del relicario
Las arquetas que conforman el relicario de Santa Eufemia se encontraban desde el siglo XV en un sepulcro de piedra, ubicado en la parte superior de los pasillos laterales de la Catedral. En el siglo XVIII fueron trasladadas a uno de los dos ventanales ubicados a ambos lados del coro principal de la Catedral, obra del escultor Castro Canseco. En el siglo XIX, en tiempos del obispo Don Damasio Iglesias, se realizó el reconocimiento oficial de las arquetas, para ser prescintadas con un sello que impedía su apertura. Hace 12 años, tras la petición de una parroquia portuguesa de la Diócesis de Aveiro, el Obispado abrió las arquetas, encontrando las reliquias en su interior.
